El Papa Francisco fue dado de alta este domingo del hospital Gemelli de Roma, tras permanecer cinco semanas internado debido a una neumonía bilateral. A sus 88 años, el Sumo Pontífice reapareció públicamente para agradecer a los fieles que se congregaron frente al hospital. “¡Gracias a todos!”, expresó con voz débil, mientras permanecía sentado en una silla de ruedas y saludaba a las personas que lo esperaban bajo un balcón del centro médico. Aunque visiblemente más delgado y cansado, el líder de los 1.400 millones de católicos del mundo mostró signos de mejoría, aunque deberá enfrentar una larga convalecencia de al menos dos meses, según informaron sus médicos.
Francisco abandonó el hospital en un automóvil, saludando a los periodistas desde la ventanilla cerrada. Se pudo observar que utiliza una cánula nasal para recibir oxígeno, lo que indica que su recuperación sigue en curso. Durante su estancia en el hospital, el Papa tuvo dos episodios críticos que pusieron en riesgo su vida, incluyendo ataques respiratorios agudos que requirieron transfusiones de sangre y la aspiración de secreciones pulmonares. A pesar de la gravedad de su condición, nunca fue intubado y permaneció consciente y alerta durante todo el proceso. Los médicos explicaron que, debido al daño en sus pulmones y músculos respiratorios, su voz tardará en recuperar su fuerza habitual, y deberá continuar con sesiones de rehabilitación.
En su primera intervención pública tras recibir el alta, el Papa Francisco expresó su preocupación por la reanudación de los bombardeos israelíes en la Franja de Gaza, exigiendo un cese inmediato de la violencia. Esta declaración se realizó en el marco de la oración del Ángelus, la cual no presidía desde el pasado 9 de febrero, marcando cinco semanas consecutivas de ausencia, algo inédito desde su elección como Pontífice en 2013.
Aunque su salud ha mostrado signos de mejoría, los especialistas han advertido que no podrá retomar su agenda habitual de inmediato. La convalecencia será un proceso lento, y se ha enfatizado que el ritmo de trabajo del Papa deberá ajustarse a su estado de salud. Esta situación ha generado dudas sobre su capacidad para encabezar las ceremonias de Semana Santa, uno de los periodos más importantes del calendario cristiano, aunque el Vaticano aún no ha emitido una decisión oficial al respecto.
Durante su hospitalización, el Vaticano compartió escasas imágenes y un breve audio del Papa agradeciendo las oraciones de los fieles, lo que alimentó especulaciones sobre la gravedad de su estado. Ahora, con su salida del hospital, el Papa Francisco inicia una etapa crucial de recuperación, en la que se evaluará su capacidad para continuar liderando la Iglesia Católica.