El gobierno de Donald Trump ha decidido no desafiar la orden de un juez que bloquea el uso de la Ley de Enemigos Extranjeros de 1798 para deportar a presuntos miembros de bandas criminales de Venezuela, según declaró el jefe fronterizo Tom Homan. En una entrevista para el programa “This Week” de ABC News, Homan aseguró que los venezolanos han recibido el debido proceso bajo las leyes vigentes, aunque expertos legales han criticado al gobierno por desafiar decisiones judiciales anteriores. A pesar de la orden judicial, el gobierno deportó recientemente a 137 migrantes venezolanos, lo que algunos juristas interpretaron como una escalada en el enfrentamiento de Trump con el poder judicial. Las autoridades aseguran que los deportados son miembros del Tren de Aragua, una organización criminal venezolana, aunque familiares y defensores de los migrantes han cuestionado esta afirmación.
El juez James Boasberg, quien emitió la orden de bloqueo, anunció que continuará investigando si el gobierno violó su mandato al no permitir que los vuelos con los migrantes regresaran a territorio estadounidense. Boasberg también criticó el uso de una ley de guerra del siglo XVIII en un contexto no bélico, argumentando que tiene implicaciones legales preocupantes. Durante una audiencia, el juez cuestionó por qué el decreto se firmó y ejecutó con tanta rapidez, sugiriendo que el gobierno intentó realizar las deportaciones antes de que se presentaran impugnaciones legales.
A pesar de la decisión de no desafiar la orden judicial, Homan reafirmó que el gobierno seguirá persiguiendo a individuos que considere amenazas para la seguridad pública y nacional. Trump, por su parte, defendió el uso de la Ley de Enemigos Extranjeros, afirmando que le otorga la facultad de arrestar y deportar a extranjeros sin pasar por los tribunales. Más de 200 personas fueron deportadas recientemente a El Salvador y recluidas en una prisión de alta seguridad bajo sospecha de pertenecer al Tren de Aragua. Sin embargo, el juez Boasberg advirtió que esta medida podría afectar a personas inocentes y subrayó la necesidad de permitir que los migrantes impugnen su presunta afiliación a la banda criminal.
La polémica por las deportaciones ha generado un enfrentamiento entre el poder ejecutivo y el judicial en Estados Unidos, con implicaciones legales y políticas de gran alcance. Mientras la Casa Blanca sostiene que estas acciones son necesarias para proteger la seguridad del país, el poder judicial insiste en que el gobierno debe respetar el debido proceso y las leyes establecidas.