Recientes revelaciones sobre las fiestas privadas de Sean «Puffy» Combs, conocido como P. Diddy, han causado conmoción por los estrictos e inquietantes requisitos que el rapero imponía a las mujeres que deseaban asistir. Según una fuente anónima que trabajó como organizadora de eventos para Diddy entre 2004 y 2005, este tenía una báscula en su auto para asegurarse de que ninguna invitada pesara más de 63 kilos, y se requería que fueran «jóvenes y atractivas». La fuente explicó que, si bien el peso era crucial, había cierta flexibilidad si alguna chica era muy alta.
Los requisitos físicos no se limitaban solo al peso; Diddy también exigía que los asistentes no tuvieran grasa, celulitis, ni tatuajes o piercings excesivos, y prefería que tuvieran el cabello largo. Asimismo, el código de vestimenta era extremadamente riguroso, ya que las mujeres debían llevar un vestido de fiesta corto y tacones altos de aguja. “Nada de pantalones, vaqueros o zapatos bajos”, añadió.
Otro testimonio surgió de una bailarina que actuó en una fiesta posterior a los MTV Video Music Awards en 2005, quien detalló que le ofrecieron 250 dólares por bailar en el evento principal, y mil dólares adicionales si acudía a la casa de Diddy para seguir bailando en privado. Además, la fuente compartida que en las fiestas de Diddy las mujeres mantenían relaciones sexuales en medio de los invitados, mientras el rapero observaba como un espectador más. Una segunda fuente reveló que existe material audiovisual que muestra estas escenas, en las cuales las mujeres, con las mismas características físicas impuestas, participaban en actos íntimos frente al público.
Ante estas acusaciones, P. Diddy ha negado rotundamente todos los cargos, y sus abogados han declarado que el artista jamás obligó o maltrató a nadie. Sin embargo, el número de demandas en su contra sigue creciendo y se espera que más personas presenten disputa próximamente. Estas denuncias han causado indignación y han puesto en el centro de atención las prácticas abusivas en la industria.