POR JOSÉ INÉS FIGUEROA VITELA
Las viejas mafias de poder, entre las que se incluyen algunos medios nacionales, andan con la cantaleta de que la elección judicial fue un fracaso.
Que los virtuales juzgadores electos carecen de méritos y capacidades y que se ha abierto la caja de Pandora con todos sus males a partir de la elección de marras.
Obviamente, esos escenarios catastróficos que construyeron y no les funcionó, cuando se planteó el proceso y cuando se ejecutó, ahora que se ha consumado sigue pretendiendo lo mismo: Mantener los privilegios y cotos de impunidad de que gozaron hasta la llegada del proceso transformador del país, a costa del empobrecimiento y el rechazo de proyectos de vida digna para el grueso de los mexicanos.
Igual resulta claro que la Presidencia, los gobiernos locales, las Cámaras y mucho menos los perfilados mandos del nuevo Poder Judicial, no los van a llamar para pedirles mesura.
Buscar en escenarios donde estén en la condición de reclamar las concesiones del pasado a cambio, lo que por supuesto, no volverá a suceder.
Pero además, sus desplantes y grandilocuencias vanas, solo van ahondando el descrédito que los alejó, hace mucho tiempo, de ser parte de la opinión pública, de influir en los colectivos, de las audiencias pues que cuando las ven y escuchan, solo les critican y condenan.
Tales aseveraciones, tienen sólido sustento en la forma como, pese a la animadversión o renta del espacio mediático, el grueso de los mexicanos sigue reconociendo a sus autoridades, dándoles altas calificaciones y manteniendo el voto por sus propuestas.
Desoír tales indicadores equivale a ese dicho que bien sentencia: en e pecado llevan la penitencia.
Los ciudadanos fueron los que cambiaron la composición de las cámaras, para que el Poder Judicial pudiera limpiarse, entre otras estructuras creadas por el viejo sistema político para la impunidad y el delito desde el poder público.
Los ciudadanos, fueron los que acudieron a las urnas el pasado domingo, sobreponiéndose a las anticampañas desplegadas por aquellos.
Salvaron los obstáculos en el proceso, se subrepusieron a la confusión en la votación y a la complejidad de las boletas, que ameritaron largas horas de espera y del ejercicio mismo de votar.
Aun faltan urnas por contar y muchos elementos por dilucidar respecto del saldo de la jornada comicial dominical, pero con lo que ya se conoce, a groso modo, mucho es lo que se está celebrando y más lo que sucederá consumada la renovación de los tribunales.
Al corte de ayer tarde, estaban por concluirse los conteos de votos respecto de las elecciones mayores -la Corte federal y el Supremo Tribunal de Justicia del Estado-, con arriba del 99 y el 98 por ciento del universo a computar.
La participación ciudadana rondaba el 13 por ciento de los ciudadanos inscritos en el padrón, casi 116 millones en el país y más de 400 mil en el Estado.
El IETAM se sumó “con todo”, a la intención central de desacreditar con “votos nulos” el alcance del inédito ensayo democrático, en uno de esos apartados sobre los que en su momento deberán ponerse los puntos sobre la íes.
Las minorías conservadoras, del lado de los modernos cacicazgos herederos del porfiriato, y los medios protagonistas más los que están a su servicio, han pretendido que los votos nulos corresponden a los ciudadanos que rechazaron la elección.
En realidad, fue gente que queriendo votar, no pudo hacerlo por lo complejo de las boletas, los más, personas de la tercera edad que pensaron al llegar a la urna se les aclararían las dudas, pero no sucedió así.
Por eso su mérito no es despreciable y el voto, aún nulo, es un mensaje de decisión democrática a favor de la transformación del Poder Judicial, para el caso.
De esto y aquello, los protagonistas lo saben y por eso sigue resultando banal que mediáticamente se insista en construir escenarios distintos.
Nada, de lo que afirmen, cuestionen, critiquen o condenen, sobre la conforación del nuevo Poder Judicial, es algo de lo que no hayan sido protagonistas en peor condición y la peor de las consecuencias por ellos planteadas, resulta más bonancible de lo que en su tiempo propiciaron.
Por eso cualquier actuación en la renovada administración de la justicia, será mejor de la antes vivida y mucho menos, transformada integralmente será, si se cumplen las expectativas creadas. Vamos todos en ello.
