A pesar de la retórica del presidente electo Donald Trump, que vincula a los migrantes con el aumento de la delincuencia, los datos oficiales muestran una realidad distinta. Según el informe del FBI, los delitos violentos disminuyeron un 3% entre 2022 y 2023, incluyendo una notable reducción del 12% en homicidios y asesinatos, la mayor caída en dos décadas.
En contraste con las declaraciones de Trump, los migrantes presentan tasas de criminalidad más bajas que los ciudadanos estadounidenses. En Texas, entre 2012 y 2018, la tasa de arrestos por delitos violentos fue de 213 por cada 100 mil habitantes para ciudadanos nacidos en Estados Unidos, frente a 96.2 para inmigrantes indocumentados. Asimismo, en 2022, de las mil 336 condenas por homicidio en Texas, solo 67 correspondían a inmigrantes ilegales, mientras que mil 209 eran de ciudadanos nativos.
Los delitos más comunes entre los migrantes son infracciones menores, como multas de tráfico, según el Servicio de Control de Inmigración y Aduanas (ICE). Sin embargo, la retórica de Trump, respaldada por un sector importante de la población, ha logrado que la seguridad se mantenga como un tema central en la política estadounidense.
Aunque algunos delitos, como los robos de vehículos, aumentaron un 13% en el último año, los datos recopilados por el FBI y otras agencias contradicen el discurso que asocia la inseguridad con la migración. Este panorama evidencia la necesidad de analizar las cifras con objetividad y separar los prejuicios de los hechos verificables.