Como pontífice, León XIV ha reforzado una postura que ya había delineado siendo cardenal: la necesidad de desarrollar la inteligencia artificial (IA) con base en principios éticos que salvaguarden la dignidad humana. En 2020, Robert Prevost fue uno de los impulsores del “Rome Call for AI Ethics”, un documento promovido por el Vaticano y respaldado por empresas como Microsoft, IBM y Cisco.
Este llamado proponía evitar el uso de la IA para la guerra o la exclusión social, fomentando en cambio su aplicación al servicio de toda la humanidad. Ya como líder espiritual de 1.400 millones de católicos, León XIV tiene el desafío de guiar a la Iglesia en medio de un cambio tecnológico sin precedentes, viendo a la IA no como una amenaza, sino como un aliado que puede enriquecer la comprensión de la fe y democratizar el acceso al conocimiento.
A través de plataformas digitales, la IA ha posibilitado que estudiantes de teología en zonas remotas accedan a bibliotecas en Roma o Jerusalén, e incluso ha facilitado el diálogo entre religiones. Pero el Papa ha dejado claro que el acceso a la tecnología no debe confundirse con un uso ético: ha abogado firmemente contra los deepfakes y ha pedido regular las redes sociales para proteger especialmente a los menores.
Su experiencia misionera en zonas pobres del Perú también lo ha llevado a valorar el papel de la conectividad en la equidad social, apoyando iniciativas como la telesalud en comunidades rurales. Con una visión pastoral y moderada, León XIV plantea que la tecnología debe humanizar, no despersonalizar. De este modo, busca que la Iglesia no solo acompañe los cambios del mundo, sino que participe activamente en su orientación ética.