Un británico, al que los médicos le dieron “casi cero” posibilidades de sobrevivir después de haber contraído el coronavirus, relató este jueves cómo la enfermedad “puso patas arriba” su vida, publica RT.
Mal Martin, de 58 años, pasó 61 días conectado a un respirador artificial, después de ser ingresado el pasado marzo en un hospital de la localidad de Bridgend. El hombre declaró que no recuerda las dos primeras semanas, que describió como “un espacio en blanco”, y añadió que después de eso “honestamente sintió que había terminado”.
Antes de que lo pusieran en coma inducido, su familia llegó a despedirse. “Mi asesor me dijo que mi esposa y mis hijos vinieron a despedirse. Se suponía que no debía haber dicho eso, para ser justo, pero lo hizo y eso realmente me afectó en aquel momento”, recordó.
Sin embargo, el hombre sobrevivió y los médicos describieron su recuperación como un “milagro”. Martin, que es diabético, afirmó que terminó perdiendo permanentemente la vista del ojo derecho y que le amputaron el pulgar izquierdo, un dedo índice y también le van a cortar el pulgar derecho. Además, actualmente tiene graves problemas con los pulmones y riñones.
“Mis riñones solo funcionan al 12% en este momento y es realmente horrible. Necesito hacer diálisis durante el resto de mi vida, o un trasplante de riñón”, explicó. “No puedo caminar mucho, tengo muchos mareos”, agregó.
“Básicamente ha puesto mi mundo patas arriba, pero al mismo tiempo, me estoy haciendo más fuerte”, subrayó Martin, que ha estado recuperándose en casa desde el pasado julio.
“Es una enfermedad horrible, horrible, horrible de contraer y creo que, si pudiera tener algún deseo, sería que todo desapareciera”, concluyó.