La aplicación de aranceles al acero y al aluminio ha derivado en una parálisis operativa en las aduanas de Nuevo Laredo y Laredo, Texas.
Esta medida se ha extendido no solo a las materias primas, sino también a productos considerados como derivados, lo que ha generado revisiones exhaustivas y un considerable retraso en los cruces fronterizos.
Sergio Domínguez Olivares, tramitador de una agencia aduanal local, explicó que se está aplicando un arancel del 25 por ciento al acero y aluminio procedentes de países asiáticos que no cuentan con tratados de libre comercio con México.
En el caso de Estados Unidos, también se han impuesto aranceles similares incluso a productos originarios de México y Canadá, aunque en ciertos casos se han otorgado exenciones y suspensiones temporales.
La industria siderúrgica ha sido la más afectada, aunque el impacto alcanza también a empresas que importan productos derivados del acero, como componentes automotrices, herramientas industriales y estructuras metálicas.
Estas mercancías requieren un certificado de origen o clasificación para acreditar su naturaleza, lo cual se ha vuelto imposible debido a que la mayoría de las entidades certificadoras han sido retiradas recientemente del padrón autorizado.
El acero, como recurso estratégico, es esencial para diversos sectores económicos: desde la construcción hasta la fabricación de maquinaria pesada, automóviles y electrodomésticos. Cualquier retraso en su tránsito representa una cadena de afectaciones industriales y comerciales a gran escala.
