Canadá está analizando posibles aranceles de represalia ante las recientes amenazas del presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, quien propuso gravar productos canadienses con un 25%. Esta medida sería una respuesta a lo que Trump calificó como el fracaso de Canadá y México para controlar el tráfico de drogas y migrantes hacia Estados Unidos. Aunque aún no se han definido los productos sujetos a estos aranceles, funcionarios canadienses enfatizan la preparación para enfrentar cualquier eventualidad.
Históricamente, Canadá implementó gravámenes similares durante el mandato anterior de Trump, eligiendo productos estratégicos con impacto político, como yogurt de Wisconsin y whiskey de Kentucky, estados clave para figuras republicanas. En esta ocasión, la viceprimera ministra Chrystia Freeland destacó la interdependencia económica entre ambas naciones, recordando que Canadá es el principal destino de exportaciones para 36 estados de EE.UU., y que el comercio bilateral supera los 3,600 millones de dólares canadienses diarios.
Además, el primer ministro Justin Trudeau convocó a una reunión de emergencia con líderes provinciales para explorar la posibilidad de un acuerdo comercial bilateral con Estados Unidos que excluya a México. Mientras tanto, los funcionarios canadienses enfatizan que las cifras de migración y tráfico de fentanilo desde su país son significativamente menores comparadas con las de México, subrayando que un arancel dañaría a ambas economías.
Trump, comprometido a reducir los costos energéticos en su país, podría complicar sus propios planes si grava el petróleo canadiense, que representa casi dos tercios de las importaciones petroleras de EE.UU. y una quinta parte de su suministro. Esta situación plantea un desafío político y económico significativo en la relación bilateral, mientras Canadá busca defender sus intereses sin comprometer la estabilidad económica regional.