En un ataque mortal llevado a cabo por Ucrania en las regiones ocupadas por Rusia, al menos 26 personas perdieron la vida y decenas resultaron heridas. Los bombardeos se centraron en zonas estratégicas del este y sur del país, provocando una grave escalada en el conflicto.
En el sur, específicamente en Jersón, el pueblo de Sadove fue blanco de un doble bombardeo. Según Vladimir Saldo, jefe de las autoridades de ocupación rusas, una bomba aérea impactó una tienda con numerosos visitantes y empleados. Posteriormente, un misil HIMARS golpeó la misma área, causando la muerte de 22 personas y dejando a otras 15 heridas.
Lugansk también sufrió un ataque significativo, donde el número de heridos ascendió a 57 personas, cuatro de las cuales fallecieron. Natalia Pashchenko, ministra local de Salud, informó sobre la gravedad de las heridas y el impacto devastador del ataque.
En medio de esta situación crítica, el presidente francés Emmanuel Macron anunció la formación de una coalición de países dispuestos a enviar instructores militares a Ucrania. Esta decisión surge tras la solicitud del presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, quien instó a sus aliados occidentales a aumentar su apoyo en la lucha contra Rusia. Macron defendió esta medida como una respuesta legítima a la petición de Ucrania, a pesar de las preocupaciones de Rusia, que considera a estos instructores como objetivos militares legítimos.
Esta nueva ofensiva ucraniana y la respuesta de la comunidad internacional reflejan la complejidad y el peligro creciente del conflicto. La implicación de instructores militares extranjeros podría intensificar aún más las hostilidades, elevando el riesgo de una escalada mayor en la región. Mientras tanto, las víctimas civiles continúan sufriendo las consecuencias devastadoras de este prolongado enfrentamiento.