El presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, ha intensificado su confrontación con los medios de comunicación, emprendiendo acciones legales y emitiendo amenazas que generan preocupación entre defensores de la libertad de prensa.
Recientemente, Trump presentó una demanda contra el programa «60 Minutos» de CBS News, alegando manipulación en una entrevista con la excandidata demócrata Kamala Harris. La querella, interpuesta en un tribunal federal del Distrito Norte de Texas, solicita 10 mil millones de dólares en daños y perjuicios, acusando a la cadena de violar leyes estatales contra prácticas engañosas en los negocios.
Esta acción se suma a una serie de litigios emprendidos por Trump contra diversos medios. Por ejemplo, el expresidente demandó al periódico Des Moines Register por publicar una encuesta errónea que le era desfavorable antes de las elecciones de noviembre, acusándolos de «fraude e interferencia electoral».
Además, Trump ha expresado su intención de «enderezar» a los medios de comunicación, calificándolos de «corruptos» y «deshonestos», y ha amenazado con retirar licencias de emisión a cadenas como CBS y ABC, a las que acusa de parcialidad.
Estas acciones han generado inquietud entre expertos y defensores de la libertad de expresión, quienes temen que las medidas de Trump puedan conducir a la autocensura y a un periodismo condicionado por el temor a represalias legales. La Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) ha expresado su preocupación por el clima hostil hacia la prensa en Estados Unidos, advirtiendo sobre posibles efectos intimidatorios a nivel regional.
La relación de Trump con los medios ha sido tensa desde su primer mandato (2017-2021), periodo durante el cual llegó a pasar más de 300 días sin ofrecer una rueda de prensa oficial. Su retorno a la Casa Blanca plantea interrogantes sobre el futuro de la libertad de prensa en el país y el papel de los medios en una democracia saludable.