Washington, D.C.– En una jugada que promete sacudir el comercio global de metales, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, firmó este miércoles una proclamación presidencial que impone aranceles del 50% a las importaciones de cobre semiacabado y productos derivados de uso intensivo en cobre. La medida, que entrará en vigor el 1 de agosto, fue anunciada por la Casa Blanca bajo el argumento de proteger la seguridad nacional y apoyar a la industria local.
Según un comunicado oficial, estos nuevos aranceles no se aplicarán a materias primas como la chatarra, minerales, concentrados, matas, cátodos ni ánodos de cobre, lo que deja fuera a los productos en etapa primaria y se enfoca en aquellos que afectan directamente al sector manufacturero estadounidense.
La decisión surge como resultado de una investigación bajo la Sección 232 de la Ley de Expansión Comercial de 1962, la misma vía legal utilizada previamente por la administración Trump para justificar los aranceles al acero y al aluminio. La investigación, iniciada en febrero, concluyó que el aumento de las importaciones de cobre representa una amenaza para la capacidad industrial y defensiva del país.
“Estamos tomando medidas firmes para proteger los intereses estratégicos de Estados Unidos”, dijo un portavoz de la Casa Blanca. “La industria del cobre ha sido ignorada por demasiado tiempo. Esto es una corrección necesaria.”
Además del arancel, el gobierno exigirá que al menos el 25% de la chatarra de cobre de alta calidad generada dentro de EE.UU. se comercialice también dentro del territorio nacional, con el fin de asegurar el suministro interno.
La medida ha generado ya reacciones mixtas. Mientras algunos sectores industriales celebran la protección a la producción nacional, otros alertan sobre el posible encarecimiento de productos electrónicos, cables, vehículos eléctricos y componentes tecnológicos, que dependen del cobre como insumo esencial.
Por su parte, analistas advierten que esta política podría tensar aún más las relaciones comerciales con países exportadores como Chile, Perú, México y Canadá, quienes verán limitada su colocación de productos en el mercado estadounidense.
La proclamación forma parte del enfoque proteccionista que Trump ha retomado en su actual mandato, haciendo eco de su promesa de “reconstruir la industria estadounidense” a través de barreras comerciales estratégicas.
El impacto en la economía global del cobre y en las cadenas de suministro aún está por medirse, pero todo indica que, a partir de agosto, el mercado internacional entrará en una nueva fase de ajustes, tensiones y reacomodos.