Los estados de Texas y Misisipi, en Estados Unidos, anunciaron el martes 2 de marzo su decisión de levantar sus órdenes de llevar mascarilla para evitar los contagios por SARS-CoV-2, y además permitir que los negocios operen al tope de su capacidad, en un intento por reactivar la economía. Las autoridades estatales argumentan que dar este paso no es riesgoso gracias al rápido progreso de las vacunaciones, algo que los expertos no comparten del todo.
“Durante seis meses, demasiados texanos han sido apartados de oportunidades de empleo. Demasiados propietarios de pequeños negocios han sufrido para pagar sus cuentas. Esto tiene que acabar. Es hora de abrir Texas al 100 por ciento”, dijo el gobernador de ese estado, el republicano Greg Abbott. Allí, el cubrebocas dejará de ser obligatorio a partir del 10 de marzo.
“Gracias a los avances médicos en materia de vacunas y tratamientos con anticuerpos, Texas tiene ahora los medios para proteger a sus habitantes del virus”, dijo Abbott. Pese a la decisión, el político pidió a la ciudadanía “responsabilidad personal” y escuchar las indicaciones médicas, las mismas que él optó por no oír, pues las autoridades de salud advirtieron que podría producirse un incremento de los contagios.
“No es el momento”
Poco más tarde se sumó otro estado. El gobernador de Misisipi, el republicano Tate Reeves, dijo que desde este mismo miércoles 3 de marzo ya no será obligatorio portar mascarilla y las empresas podrán “operar con capacidad completa”, sin restricciones ni necesidad de mantener distancia física. “Nuestras hospitalizaciones y números de casos se han desplomado, y la vacuna se está distribuyendo rápidamente. ¡Ha llegado el momento!”, escribió Reeves en Twitter.
Si bien es cierto que la media de nuevos casos ha descendido en Estados Unidos, las autoridades sanitarias advierten de la inconveniencia de decretar relajamientos ahora, en especial ante la aparición de nuevas cepas. “No es el momento de relajar las restricciones”, subrayó Rochelle Walensky, directora de los Centros para la Prevención y Control de Enfermedades (CDC, en inglés).
“Aunque hemos visto grandes reducciones en los casos y las admisiones hospitalarias en las pasadas seis semanas, estos declives se producen después del mayor pico que hayamos registrado en la pandemia”, advirtió Walensky. Estados Unidos, el país más golpeado del mundo por el coronavirus, registra ya más de 28,7 millones de casos y más de 515.000 fallecidos, 44.000 de ellos en Texas y 7.000 en Misisipi, según el último recuento independiente de la Universidad Johns Hopkins.