La venta de botes de aluminio, considerada como un discreto subempleo que desde siempre ha representado una ayuda económica, enfrenta ahora la dificultad de su recolección, al no encontrarse con tanta facilidad en las calles y tener que recurrir a “clientes” habituales.
La comercialización de latas sigue siendo un respiro para la economía de muchas personas, aunque cada vez resulta menos común hallarlas en la vía pública.
Esto puede deberse a un menor consumo de bebidas enlatadas, a que la gente prefiere guardarlas para venderlas o bien a una creciente cultura de disposición adecuada.
Noé, un hombre de apariencia humilde de unos 60 años, dedicado a esta actividad, comentó que el precio actual es de 20 pesos por kilogramo, aunque no hace mucho alcanzaba los 30.
“Nomás que ahora ya no se encuentran con tanta facilidad los botes en las calles. Como que la gente los guarda para vender, dárselos a alguien o busca un lugar adecuado donde tirarlo”, explicó.
En la ciudad existen dos centros de compra de aluminio: uno en la colonia Nueva Era, que ofrece 25 pesos por kilogramo, y otro ubicado en la Carretera Ribereña, donde pagan 20.
“Hay quienes los van acumulando, como en bares, vulcanizadoras o talleres mecánicos, donde muy seguido se consume cerveza. El caso es que la venta de aluminio sigue siendo un buen negocio”, concluyó.