Las tensiones comerciales entre Estados Unidos y China vuelven a intensificarse tras semanas de avances limitados. El secretario del Tesoro estadounidense, Scott Bessent, reconoció que las negociaciones están “un poco estancadas” y sugirió que será necesaria una intervención directa entre los presidentes Donald Trump y Xi Jinping para evitar un nuevo punto muerto. A pesar de que hace dos semanas ambas partes lograron una tregua temporal, los progresos desde entonces han sido mínimos, y la complejidad del conflicto ha llevado a considerar un contacto directo de alto nivel como la única vía para destrabar el diálogo.
Desde 2018, ambas potencias han estado envueltas en una guerra comercial caracterizada por la imposición de aranceles multimillonarios y acusaciones mutuas sobre prácticas desleales. Durante la administración de Trump, Estados Unidos acusó a China de manipulación monetaria, robo de propiedad intelectual y subsidios ilegales. En 2020, se firmó la llamada “Fase Uno” del acuerdo, que incluía compromisos por parte de China en temas agrícolas y reformas estructurales, pero muchos de ellos no se cumplieron según la Oficina del Representante Comercial de EE. UU.
Con el regreso de Trump al poder en 2025, el nuevo secretario del Tesoro ha tratado de reactivar el diálogo, priorizando una reducción del déficit comercial y condiciones más justas para las empresas estadounidenses. Aunque una reciente ronda en Pekín logró evitar nuevas medidas arancelarias, los avances en temas cruciales como los subsidios industriales y la transferencia forzada de tecnología siguen siendo escasos. Fuentes como el Financial Times y Bloomberg advierten que estos temas estructurales son los más difíciles de resolver.
Analistas internacionales subrayan que las tensiones van más allá del comercio. Disputas sobre tecnología —incluyendo el veto a TikTok y Huawei—, la seguridad en el estrecho de Taiwán y la competencia por el liderazgo geopolítico mundial complican aún más el panorama. Para la experta Bonnie Glaser, del German Marshall Fund, un acuerdo significativo requerirá voluntad política y participación directa de ambos líderes. La posibilidad de una llamada entre Trump y Xi podría abrir una nueva etapa, pero las diferencias fundamentales entre ambos países continúan marcando distancia.