Miles de neolaredenses acuden a celebrar a la ‘Morenita del Tepeyac’ en el santuario que está ubicado en la colonia Hidalgo
Miles de feligreses acudieron este viernes 12 de diciembre al Santuario de la Virgen de Guadalupe en la colonia Hidalgo, para rendir homenaje a la Morenita del Tepeyac, elevar plegarias por la salud, el trabajo y el bienestar familiar, así como para pedir que el próximo año esté colmado de bendiciones y oportunidades.
Desde los primeros minutos del viernes, el recinto religioso se vio abarrotado por creyentes que, entre cantos, oraciones y lágrimas, entonaron Las Mañanitas a la Virgen de Guadalupe, iniciando una jornada de profunda fe que se prolongó durante todo el día.
Uno de los momentos más emotivos fue la llegada de decenas de niños vestidos como San Juan Diego, acompañados por sus padres y abuelos, reafirmando una tradición que se transmite de generación en generación y que fortalece la identidad religiosa y cultural de la comunidad.
Entre los asistentes, Mari e Itzel Tenorio desde la colonia de Villas de Sanmiguel compartieron su testimonio de fe, señalando que desde hace cinco años acuden puntualmente al santuario para encomendar su vida a la Virgen.
“Acudimos para pedirle por la salud, nuestro negocio, nuestro trabajo y por la salud de la familia. Hacemos petición por los enfermos y una petición para todos”, expresaron.
Además, como cientos de familias, aprovecharon la jornada para bendecir sus imágenes religiosas, convencidas de que la fe es un pilar fundamental para afrontar los retos cotidianos.
“Venimos también para que nos bendigan nuestras imágenes y para agradecer todo lo que hemos recibido”, añadieron.
La celebración central fue la Santa Misa, presidida por el Presbítero Armando Arizola, quien llamó a los fieles a confiar plenamente en el amor maternal de María y en la esperanza que ofrece su intercesión.
“No temas a la angustia ni al dolor. Háblale a Jesús y a María; aquí estoy, soy tu madre”, expresó el sacerdote durante su homilía, palabras que resonaron con fuerza entre los asistentes.
Durante toda la jornada, el santuario permaneció abierto para recibir a cientos de feligreses, quienes llegaron caminando, en familia o en grupos organizados, algunos tras cumplir promesas y otros para iniciar nuevas súplicas.
“La celebración guadalupana no solo fue un acto religioso, sino también un encuentro comunitario, donde se reforzaron valores como la solidaridad, la esperanza y el amor al prójimo, recordando que la Virgen de Guadalupe sigue siendo un símbolo de consuelo y unidad para el pueblo mexicano”, dijo el padre Arizola.









