La final de la Champions League 2025 está lista para disputarse este sábado en Múnich entre el Paris Saint-Germain y el Inter de Milán, dos equipos que no solo se juegan el título más prestigioso de Europa, sino que también arrastran con ellos una serie de supersticiones que han marcado la previa del encuentro. Mientras que el conjunto parisino enfrenta el peso de la llamada “maldición del PSV Eindhoven”, la ciudad sede les ofrece un posible giro a su favor con la conocida “bendición de Múnich”.
La superstición que rodea al PSV Eindhoven asegura que cualquier equipo que lo enfrente en el mismo año de una final de Champions está destinado a perderla. Este fenómeno fue mencionado tras las dolorosas derrotas del AC Milan en 2005 y del Atlético de Madrid en 2014, ambos clubes eliminando al PSV en etapas previas y luego cayendo en la final. En esta edición, el PSG enfrentó al equipo neerlandés en la fase de grupos, empatando 1-1, lo que ha revivido la leyenda.
Sin embargo, Múnich representa para los parisinos una luz de esperanza. Cada vez que se ha disputado una final europea en esta ciudad, el título ha sido conquistado por un equipo que se corona por primera vez. Ocurrió en 1979 con el Nottingham Forest, en 1993 con el Olympique de Marsella, en 1997 con el Borussia Dortmund y en 2012 con el Chelsea. Si la tendencia continúa, el PSG, que nunca ha ganado la Champions, podría finalmente levantar la codiciada Orejona.
Por su parte, el Inter de Milán llega con sed de revancha tras perder la final de 2023 ante el Manchester City. Bajo el liderazgo de Lautaro Martínez, quien volvió de una lesión muscular para marcar en la semifinal contra el Barcelona, el equipo italiano confía en su experiencia histórica. Martínez expresó su orgullo por el esfuerzo colectivo y señaló que alcanzar esta instancia ha sido producto de sacrificio y determinación. La última vez que el Inter alzó el trofeo fue en 2010, con Javier Zanetti como capitán, hoy vicepresidente del club.
El conjunto neroazzurro también sorprendió al anunciar que disputará el partido con su uniforme alternativo amarillo, en lugar de los tradicionales colores azul y negro o el blanco. Será la primera vez que utilicen esta equipación en una final de Champions, lo que añade un toque simbólico adicional al enfrentamiento.
Con dos clubes históricos, una sede cargada de significado y una atmósfera llena de simbolismo, la final promete no solo fútbol de alto nivel, sino también una narrativa que entrelaza destino, tradición y pasión.