Los precios del petróleo cerraron el año con una caída cercana al 10% tras un año marcado por la agitación geopolítica en varios frentes, como la guerra en Ucrania y los conflictos en Oriente Medio, particularmente entre el movimiento islamista palestino Hamás e Israel.
El barril Brent del Mar del Norte, junto con su contraparte estadounidense West Texas Intermediate (WTI), ambos referentes mundiales del crudo, cerraron alrededor de los 77.04 dólares y 71.65 dólares respectivamente, representando una disminución del 0.14% y 0.16%. Estas referencias globales culminaron el año con una baja cercana al 10%.
En cuanto a la mezcla mexicana, terminó el año en 67.65 dólares por barril, con una pérdida de aproximadamente el 1% con respecto al día anterior.
A pesar de las tensiones geopolíticas persistentes en Oriente Medio, con especial atención al riesgo de interrupciones del suministro, el mercado petrolero ha mostrado una respuesta débil. Analistas como Han Tan de Exinity destacan que la “prima de riesgo geopolítico” ya se ha integrado a los precios.
A pesar de los esfuerzos de la OPEP+ por reducir la producción, la analista Ipek Ozkardeskaya de Swissquote comenta que estos esfuerzos no han logrado estimular significativamente el interés por el petróleo este año. Los precios se dispararon en octubre cuando Hamás lanzó una ofensiva contra Israel, generando temores sobre la estabilidad del suministro, aunque sin repercusiones inmediatas en el mercado petrolero.
Aunque la OPEP+ ha estado recortando la producción de petróleo, con algunos miembros realizando recortes voluntarios, la estrategia de control del mercado ha perdido fuerza. El Brent llegó a rozar los 100 dólares el barril a finales de septiembre, pero desde entonces ha experimentado una fuerte caída, reflejando una disminución de la influencia del grupo y desacuerdos entre sus miembros.
El control de la OPEP y sus aliados sobre la producción mundial de crudo ahora está en alrededor de 50 millones de barriles diarios, la cuota más baja desde la formación de la OPEP+ en 2016, según la Agencia Internacional de la Energía.