El Vaticano, bajo el liderazgo del papa Francisco, ha emitido una directriz que permite la bendición de parejas del mismo sexo y «situaciones irregulares» en la Iglesia católica, marcando un cambio significativo en su postura tradicional. Esta autorización, sin embargo, mantiene una clara oposición al matrimonio entre personas del mismo sexo.
El documento del Dicasterio para la Doctrina de la Fe, aprobado por el papa Francisco, especifica que estas bendiciones no pueden llevarse a cabo simultáneamente con los ritos civiles de unión ni asociarse con ellos en ningún sentido. Además, se hace hincapié en que las bendiciones de estas uniones no deben adoptar características propias de un matrimonio, incluyendo vestimentas, gestos o palabras que se emplean en dicha ceremonia.
Se menciona que estas bendiciones están destinadas a ofrecer a las personas la oportunidad de fortalecer su relación con Dios, abriendo la posibilidad de una mayor confianza en la trascendencia y la misericordia divina, independientemente de las circunstancias de vida en las que se encuentren.
Este cambio de postura, aunque es un paso significativo hacia la aceptación de parejas del mismo sexo en la Iglesia católica, ha desatado tensiones dentro de la institución, especialmente entre los sectores más conservadores, particularmente en Estados Unidos.
Aunque esta autorización no reconoce oficialmente el matrimonio entre personas del mismo sexo como un sacramento, algunos sacerdotes, especialmente en Bélgica y Alemania, ya habían estado realizando bendiciones a parejas del mismo sexo, aunque no estaban respaldadas por la Santa Sede.
Este nuevo enfoque sigue al Sínodo para el futuro de la Iglesia católica, donde se debatieron temas sociales, incluida la aceptación de las personas LGTB y los divorciados vueltos a casar. A pesar de las presiones conservadoras, el documento final del Sínodo no abordó específicamente la cuestión de las parejas homosexuales.
Desde su elección en 2013, el papa Francisco ha abogado por una Iglesia más inclusiva y ha enfrentado críticas de sectores conservadores, incluyendo la reciente limitación en el uso de la misa tradicional en latín en 2021. Este último paso refleja el esfuerzo por equilibrar la tradición con un acercamiento más compasivo y abierto hacia diversas realidades sociales en la actualidad.