Tras tres meses al frente de la Comisión para la Reducción del Gasto Federal de Estados Unidos (DOGE), Elon Musk reconoció públicamente que no ha logrado cumplir con los ambiciosos objetivos financieros que se trazaron al inicio de su gestión, y que las dificultades para avanzar han provenido incluso desde dentro de la administración del presidente Donald Trump. En una entrevista con medios estadounidenses posterior a una reunión de gabinete, Musk admitió que el plan original de recortar dos billones de dólares en gasto federal apenas ha alcanzado una disminución de 160 mil millones, cifra que representa una fracción mínima de la meta.
El empresario explicó que alcanzar el objetivo completo implicaría fuertes recortes en rubros sensibles como las pensiones, la atención médica a jubilados y el presupuesto de defensa, decisiones impopulares tanto en el Congreso como en el gabinete. A pesar de que se han eliminado miles de empleos públicos y recortado numerosas subvenciones, Musk confesó que el proceso “no ha sido muy divertido” y que enfrentó una resistencia mayor a la esperada. Aun así, Trump ha defendido públicamente el papel de Musk y le ofreció quedarse el tiempo que desee como asesor.
Musk adelantó que ahora centrará más su atención en Tesla, compañía que enfrenta una caída en ventas y actos de vandalismo contra sus concesionarios, tanto en EE.UU. como en otros países. Aunque su mandato en la DOGE estaba proyectado hasta el 4 de julio de 2026, no descartó extender su colaboración durante todo el periodo presidencial de Trump, manteniendo un pequeño despacho en la Casa Blanca para visitas periódicas. Finalmente, en tono filosófico, Musk afirmó que la comisión es “un arte de vivir, como el budismo”, sugiriendo que su legado permanecería incluso sin su presencia directa.