Teherán lanzó un ataque con misiles contra la base militar estadounidense de Al Udeid en Catar como parte de su respuesta a los bombardeos que Estados Unidos efectuó previamente sobre instalaciones nucleares iraníes. Sin embargo, esta ofensiva fue ejecutada con una estrategia inusual: Irán avisó con antelación, evitando víctimas y permitiendo interceptaciones, lo que facilitó la inmediata negociación de una tregua con Israel. La medida, aunque condenada públicamente por Catar, fue recibida con pragmatismo por Washington, e incluso el presidente Donald Trump agradeció a Irán el aviso previo.
El bombardeo, que marcó el primer ataque iraní a territorio catarí, fue visto como un acto calculado. Según expertos como Neil Quilliam, de Chatham House, el ataque fue limitado, con el objetivo de mostrar firmeza al pueblo iraní sin desencadenar una escalada militar directa. La base de Al Udeid, ubicada a solo 190 kilómetros de Irán, es la más grande que tiene Estados Unidos en Medio Oriente, y había sido evacuada parcialmente tras los avisos de posibles represalias.
Pocas horas después, Trump anunció un alto al fuego entre Irán e Israel, facilitado por la mediación de Catar. El primer ministro catarí, Mohamed bin Abdelrahman al Thani, jugó un papel clave al convencer a Teherán de aceptar el cese de hostilidades, tras conversaciones con autoridades estadounidenses. De acuerdo con el analista Ali Vaez, esta maniobra permitió a ambas partes encontrar una salida digna a la crisis sin mayores consecuencias.
El bombardeo iraní, simbólico pero contundente, fue interpretado como una forma de “encajar el golpe” para evitar un nuevo ciclo de violencia. Catar, pese a condenar el ataque, actuó como mediador para enfriar el conflicto, mientras que Estados Unidos optó por una respuesta diplomática en lugar de militar. La estrategia de Teherán, según expertos, buscó enviar un mensaje de fortaleza interna, pero también abrir un canal de negociación con sus adversarios.