Una protesta contra la OTAN en Montreal terminó en caos, con actos de violencia, antisemitismo y vandalismo que han generado una condena generalizada. La manifestación, organizada por colectivos pro-palestinos y anticapitalistas, comenzó pacíficamente en la plaza Émilie-Gamelin, pero rápidamente derivó en disturbios cuando algunos manifestantes incendiaron un maniquí, lanzaron bombas de humo y bloquearon calles con barreras metálicas.
La tensión escaló cuando los manifestantes atacaron a oficiales de policía con fuegos artificiales, rompieron ventanas de negocios locales y del Palacio de Congresos, e incendiaron dos vehículos. La policía dispersó a la multitud con irritantes químicos y reportó tres arrestos por agresión y obstrucción. Aunque las autoridades no han iniciado investigaciones formales por crímenes de odio, los líderes políticos, incluidos el primer ministro Justin Trudeau y la alcaldesa Valérie Plante, condenaron los actos de antisemitismo registrados durante la protesta.
Trudeau calificó los hechos como “espantosos” y subrayó que la violencia y el odio no tienen cabida en Canadá. Otros líderes, como la ministra Mélanie Joly y el ministro Bill Blair, describieron los eventos como “anarquía” y “odio en su forma más cruda”. Estas declaraciones reflejan el creciente debate en Canadá sobre cómo balancear el derecho a la protesta con la seguridad pública, especialmente en un clima político tenso.