JOSÉ INÉS FIGUEROA VITELA
Sin distracciones de alguna índole, el Gobernador AMÉRICO VILLARREAL ANAYA enseñoreo la firmeza y trascendencia de su liderazgo, al marcar la mitad de su ejercicio sexenal. Tres años han pasado desde aquel inicio donde el discurso era de esperanza y el reto parecía descomunal.
Hoy, Tamaulipas se muestra distinto, como quedó de manifiesto en la exposición hecha ante las fuerzas vivas del estado, acompañado de los titulares de los otros dos Poderes: TANIA CONTRERAS debutando como cabeza de un Poder Judicial Democratizado y HUMBERTO PRIETO HERRERA, con su pares recién habiendo instalado el primer periodo ordinario de sesiones del segundo año de ejercicio.
No se trató solo de una narrativa política, con toda la trascendencia implícita, sino de realidades tangibles que, poco a poco, van marcando un nuevo rumbo para la entidad.
La pobreza, ese enemigo silencioso que castiga hogares y destinos, ha dado un paso atrás, se dejó ahí constancia. Más de 240 mil tamaulipecos salieron de esa condición, lo que no es una cifra de estadística fría, sino una transformación en la vida diaria de familias que ahora tienen la posibilidad de un presente más digno.
Allí donde antes había marginación, hoy hay oportunidades y una plataforma base de subsistencia remontando las tentaciones de alto riesgo y mayor dolor. La seguridad, quizá la asignatura más sentida en la historia reciente del estado, muestra señales de mejoría Incuestionables en números en registros públicos y privados.
Las cifras no mienten: homicidios, secuestros y extorsiones se han reducido de manera significativa. La percepción social aún demanda más, pero la gente ya empieza a reconocer que la violencia dejó de marcar el pulso de las ciudades como antes.
Caminar con menos miedo, abrir un negocio, salir de noche, son pequeñas conquistas que suman al nuevo ambiente social palpado en el día a día, en la calle y en el barrio. La obra pública también tiene su sello.
El puente de la Esperanza en Altamira, los libramientos y carreteras en proceso, la modernización del corredor del Golfo, los puertos y las obras hidráulicas que buscan asegurar agua para la población son hechos que se palpan y cambian la vida de las comunidades.
No son proyectos lejanos: son soluciones a reclamos que llevaban décadas en espera. El agua, tema sensible y prioritario, está encontrando respuestas.
Nuevas plantas potabilizadoras, redes de distribución y sistemas de tratamiento marcan el inicio de una solución integral al problema histórico del abasto para el consumo humano y la modernización de los sistemas de riego, para la producción alimentaria. La gente sabe que falta camino, pero también reconoce que, por primera vez en años, el tema no quedó en promesas.
En salud, la integración al IMSS-Bienestar abre las puertas a un sistema más justo e incluyente. La gratuidad de los servicios médicos ya no es consigna, sino realidad. Los hospitales se modernizan, la atención llega a más personas y los indicadores muestran una disminución en muertes que antes parecían inevitables, como las maternas o los infartos.
Aquí, los logros se miden en vidas salvadas. La educación, motor del desarrollo, también avanza: todas las escuelas rurales cuentan con internet satelital, una herramienta que rompe la brecha de desigualdad entre campo y ciudad.
A eso se suman becas, útiles y uniformes gratuitos que alivian la economía de miles de familias. La cultura y el deporte, muchas veces relegados, se colocan de nuevo en la agenda pública con festivales internacionales, medallas nacionales y espacios recuperados para la comunidad.
El turismo empieza a reposicionar a Tamaulipas en el mapa nacional: Playa Miramar ostenta la certificación Blue Flag, mientras la Laguna del Carpintero se transforma en atractivo de visitantes; en paralelo, congresos internacionales de energía y cambio climático colocan al estado como un actor relevante en la agenda global.
Todo esto conforma el balance de los primeros tres años presentando por el doctor AMERICO, que reconoce avances y da certeza de un rumbo claro. No se trata de cantar victoria, porque aún existen retos enormes en materia de desarrollo social, seguridad y economía.
Pero sí es un hecho que el estado ha dejado de ser noticia por sus sombras, para empezar a serlo por sus logros. Al final, los tres años de gestión marcan un punto de inflexión: lo que antes parecía inalcanzable comienza a ser cotidiano.
Tamaulipas muestra que las políticas públicas bien encaminadas pueden transformar realidades, y que la esperanza, cuando se convierte en acción, deja huella en la vida de la gente. Esa es la agenda pública marcada ayer por el Gobernador del Estado… lo demás, es lo de menos.