Los 133 cardenales con derecho a voto ya se encuentran en Roma para iniciar este miércoles el cónclave en la Capilla Sixtina, donde permanecerán aislados hasta elegir al nuevo Papa, sucesor del argentino Jorge Mario Bergoglio, mejor conocido como Francisco. Esta elección, marcada por la incertidumbre y sin un favorito claro, definirá el rumbo de la Iglesia Católica para los próximos años.
Según lo establecido por el Vaticano, los cardenales —llamados «príncipes de la Iglesia»— realizarán hasta cuatro votaciones por día, requiriendo una mayoría de dos tercios, es decir, 89 votos, para consagrar al nuevo Pontífice. El proceso, que históricamente puede extenderse varios días, ocurre tras el fallecimiento de Francisco hace dos semanas.
En las reuniones previas al cónclave, los cardenales coincidieron en que el próximo Papa debe ser una figura cercana a la gente, con sensibilidad ante la crisis global, capaz de guiar y reconciliar a una humanidad dividida. La mayoría de los votantes fueron nombrados por el propio Francisco, lo que anticipa una posible continuidad de su legado, especialmente por su enfoque pastoral y su atención a las periferias del mundo.
Entre los posibles candidatos se mencionan nombres como el italiano Pietro Parolin, el filipino Luis Antonio Tagle y el maltés Mario Grech, aunque el Vaticano ha subrayado que no existen campañas formales. Mientras tanto, la Plaza de San Pedro se llena de fieles y turistas atentos a la emblemática chimenea: el humo blanco anunciará que “Habemus Papam”. Con cortinas rojas ya instaladas en el balcón de la basílica, el mundo espera la aparición del nuevo líder espiritual de 1,400 millones de católicos.