Nuevo Laredo se vistió de fervor y alegría al recibir la Rosa de Plata en su recorrido número 65, un evento que une a Canadá, Estados Unidos y México en una tradición que simboliza la fe y la fraternidad entre las naciones.
Este año, la Rosa de Plata arribó a las inmediaciones del Puente Internacional #1, donde fue recibida por los cuatro Consejos de Caballeros de Colón, la Banda de Guerra del CBTIS 137 y alumnos del Colegio México. Posteriormente, la procesión continuó hacia el Santuario de Nuestra Señora de Guadalupe, donde se celebró una misa solemne.
“La historia de esta singular carrera comenzó hace 65 años cuando un grupo de hombres decidió realizar una ofrenda a la Virgen María, transportando inicialmente una rosa natural. Sin embargo, debido a la fragilidad de la flor, al año siguiente optaron por una Rosa de Plata como símbolo de sacrificio y devoción”, recordó Ángel Maldonado, miembro de los Caballeros de Colón.
Desde entonces, dijo esta tradición ha crecido significativamente. Hoy, varias rutas parten desde distintas ciudades de Canadá y Estados Unidos, convergiendo en Nuevo Laredo para continuar hacia el Santuario de Guadalupe en Monterrey, Nuevo León, este 12 de diciembre que concluye su recorrido.
“Es una alegría poder estar un año más en este evento no solamente para nuestro país y nuestra ciudad, sino también para Estados Unidos y Canadá. Este encuentro de países y culturas es un signo de unidad y fe”, dijo el padre Jesús Alberto Tijerina, Pro Vicario General en representación del administrador apostólico Monseñor Rogelio Cabrera.
Mencionó que la Rosa de Plata no solo representa una ofrenda a la Virgen María, sino también un símbolo de la unión entre culturas y naciones.
“La Santísima Virgen de Guadalupe vino a estas tierras a unir. Aunque hay situaciones que nos dividen, hay muchas cosas que nos unen: la fe, el deseo de paz y el anhelo de salir adelante”, precisó. El recorrido de la Rosa de Plata continuará este miércoles en relevos hacia Monterrey, donde culminará en el Santuario de Guadalupe, dejando tras de sí un mensaje claro: la fe y el amor trascienden fronteras y diferencias.