Según la Organización de Naciones Unidas (ONU), la deuda pública mundial alcanzó la cifra récord de 92 billones de dólares en 2022, principalmente debido al endeudamiento de los gobiernos para enfrentar la crisis causada por la pandemia del covid-19.
Sin embargo, son los países en desarrollo los que están sufriendo en mayor medida esta carga.
En las últimas dos décadas, la deuda interna y externa a nivel global se ha multiplicado por más de cinco, superando significativamente la tasa de crecimiento económico.
Mientras que el producto interno bruto (PIB) solo se ha triplicado desde 2002, según el informe publicado por la ONU.
Los países en desarrollo son responsables de casi el 30% de la deuda pública mundial, y del total, el 70% corresponde a China, India y Brasil. Cincuenta y nueve países en desarrollo enfrentan un ratio deuda/PIB superior al 60%, lo que indica niveles elevados de endeudamiento.
La deuda se ha convertido en una carga considerable para los países en desarrollo debido al acceso limitado a la financiación, el aumento de los costos de los préstamos, la depreciación de las monedas y la falta de crecimiento económico.
Además, la arquitectura financiera internacional dificulta el acceso inadecuado y costoso a la financiación para estos países. Según la ONU, los pagos netos de intereses de la deuda superan el 10% de los ingresos en 50 economías emergentes del mundo.
En África, la cantidad destinada al pago de intereses de la deuda es mayor que el gasto en educación o salud, afectando negativamente a la población. En total, 3,300 millones de personas viven en países que gastan más en intereses de la deuda que en estos sectores fundamentales.
Los acreedores privados, como tenedores de bonos y bancos, representan el 62% del total de la deuda pública externa de los países en desarrollo. En África, la participación de los acreedores privados ha aumentado del 30% en 2010 al 44% en 2021, mientras que América Latina tiene la mayor proporción de acreedores privados en posesión de deuda pública externa en comparación con otras regiones, con un 74%.
La ONU destaca la necesidad de que los prestamistas multilaterales amplíen su financiación, incluyendo medidas como la suspensión temporal de los recargos del Fondo Monetario Internacional (FMI) y un mayor acceso a la financiación para los países con problemas de deuda.
También se requiere un mecanismo de renegociación de la deuda para abordar las limitaciones del Marco Común del G20, aunque no se proporcionan detalles adicionales sobre cómo debería funcionar dicho mecanismo.