Jennifer Hermoso, la campeona mundial y reciente fichaje de Tigres Femenil, compareció ante la Audiencia Nacional en Madrid para testificar sobre el beso forzado que recibió del entonces presidente de la Real Federación Española de Fútbol, Luis Rubiales. La futbolista reiteró enfáticamente que el acto no fue consentido y expresó haber experimentado presiones para defender al dirigente tras el incidente.
La declaración de Hermoso, previamente pospuesta, se centró en describir el beso como inesperado y no consentido. La jugadora señaló que sufrió un acoso constante por parte de Rubiales y su círculo cercano, alterando su vida normal y generándole desasosiego y tristeza.
El juez Francisco de Jorge lleva adelante la investigación, incluyendo presuntas coacciones a Hermoso y otros tres individuos, entre ellos el exseleccionador de la Roja femenina, Jorge Vilda. El código penal español, tras una reciente reforma, considera un beso no consentido como agresión sexual, con penas que pueden variar desde una multa hasta cuatro años de prisión.
El incidente en el estadio de Sídney el 20 de agosto, inicialmente defendido por Rubiales como un beso «consentido», desató una ola de indignación. Más tarde, Jennifer Hermoso contradice esa versión, manifestándose como víctima de una agresión sin consentimiento.
La presión sobre Rubiales culminó con su dimisión el 10 de septiembre. Posteriormente, la FIFA lo suspendió por tres años de toda actividad futbolística, una medida que el exdirigente planea apelar.
La futbolista, de 33 años, se ha convertido involuntariamente en un ícono de la lucha por la igualdad de género, siendo reconocida como la mujer del año 2023 por la edición española de la revista GQ, destacando su papel en la defensa de la igualdad entre hombres y mujeres.