La tensión política en Corea del Sur alcanzó un punto crítico cuando la policía y agentes anticorrupción intentaron arrestar al presidente suspendido Yoon Suk Yeol en su residencia de Seúl. La acción, que incluyó un fuerte dispositivo de seguridad, se enfrentó con una unidad militar que bloqueó a las autoridades y seguidores del mandatario que protestaban en el lugar.
Yoon, acusado de rebelión tras su intento fallido de imponer la ley marcial el pasado 3 de diciembre, sigue siendo presidente en funciones mientras el Tribunal Constitucional evalúa la moción de destitución aprobada por el Parlamento. Este caso marca un precedente en el país, siendo la primera vez que se emite una orden de arresto contra un jefe de Estado en ejercicio.
El intento de ley marcial, que incluyó la movilización del ejército hacia la Asamblea Nacional, desató protestas masivas y críticas severas. Aunque Yoon retrocedió horas después, la acción lo colocó bajo investigaciones que podrían derivar en cargos graves, incluida la pena de muerte.
Mientras tanto, Yoon permanece atrincherado en su domicilio, respaldado por simpatizantes y desafiando citaciones judiciales. En un comunicado, declaró su intención de luchar «hasta el final», argumentando que el país enfrenta amenazas internas y externas que justifican sus acciones.
Con un plazo para su arresto que vence el 6 de enero, Corea del Sur atraviesa una de las mayores crisis políticas en su historia reciente.









