La cumbre del G7 arrancó en Kananaskis, Canadá, marcada por el regreso de Donald Trump al escenario diplomático y por el contexto de crisis internacional. El mandatario estadounidense llegó con su característica gorra MAGA, mientras líderes de las principales economías del mundo —incluidos Francia, Alemania, Reino Unido, Japón, Italia y Canadá— se preparan para discutir temas urgentes como el conflicto entre Irán e Israel, la guerra en Ucrania y las tensiones comerciales.
El primer ministro anfitrión, Mark Carney, busca consensos entre los países para reducir la tensión bélica en Medio Oriente, aunque no se espera un comunicado oficial sobre el tema. Macron instó a Irán a retomar el diálogo con EE.UU. y acusó a Teherán de provocar la escalada, mientras Japón condenó los ataques israelíes. La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, también llamó a Trump a presionar a Rusia para detener la invasión ucraniana y mostró su preocupación por los nuevos aranceles estadounidenses, previstos para el 9 de julio.
Otros puntos sensibles incluyen la situación en Gaza tras el ataque de Hamás en 2023. Aunque se reconoce el derecho de defensa de Israel, la Unión Europea insiste en que la solución debe pasar por la diplomacia. México, representado por Claudia Sheinbaum, figura entre los países invitados junto con Brasil, Sudáfrica e India. La reaparición de Trump en este foro revive debates intensos sobre liderazgo global, sanciones y políticas de defensa, en un momento donde la estabilidad internacional está seriamente amenazada.