Las presiones salariales, algunos eventos climáticos y el repunte en el petróleo podrían generar que los precios sigan resistiéndose a reportar un claro descenso.
La inflación en México continuó su tendencia a la baja durante el mes de agosto, marcando su séptimo mes consecutivo de desaceleración y alcanzando un nivel de 4.64 por ciento anual, su cifra más baja en dos años y medio. Sin embargo, persisten desafíos que podrían obstaculizar el camino hacia el objetivo puntual del Banco de México (Banxico) de mantenerla en un 3.0 por ciento.
En agosto, las presiones inflacionarias se hicieron evidentes en el componente no subyacente, que registró una tasa de inflación del 0.37 por ciento anual después de dos meses con inflación negativa. Al mismo tiempo, el índice subyacente continuó moderándose por séptimo mes consecutivo, ubicándose en un 6.08 por ciento anual, la cifra más baja en 20 meses, según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).
En una comparación mensual, la inflación general avanzó un 0.55 por ciento, la cifra más alta desde febrero de ese año. El componente subyacente experimentó un crecimiento del 0.27 por ciento, la tasa más moderada desde finales de 2020, mientras que el componente no subyacente repuntó un 1.44 por ciento, marcando su mayor aumento en 17 meses.
Estos datos sugieren una cierta estabilidad en la inflación general, pero la presión persistente en el componente no subyacente y la variabilidad en los incrementos mensuales plantean desafíos para alcanzar el objetivo del 3.0 por ciento establecido por el Banco de México. El seguimiento cuidadoso de la política monetaria y las condiciones económicas será fundamental para mantener la inflación bajo control en el futuro.
