Con una Plaza de San Pedro colmada de fieles y expectación mundial, el cardenal Robert Prevost fue presentado este 8 de mayo como el nuevo Papa, elegido tras cuatro votaciones por los 133 cardenales reunidos en el cónclave. Al salir humo blanco de la chimenea de la Capilla Sixtina, se confirmó que la Iglesia Católica tenía nuevo pontífice.
El protodiácono Dominique Mamberti pronunció el tradicional “Habemus Papam” y reveló que el elegido, de origen estadounidense, tomaría el nombre de León XIV. El sucesor de Francisco ofreció su primer mensaje desde el balcón de la Basílica de San Pedro, recordando al Papa emérito y llamando a tender puentes y promover la paz. Entre vítores y lágrimas, miles de personas celebraron en Roma y en el mundo su elección, destacando el simbolismo del primer Papa estadounidense y su cercanía con América Latina, región donde ejerció su labor misionera.
En su primer mensaje, León XIV reafirmó su compromiso con los más necesitados, con un lenguaje claro y un estilo pastoral cercano. Conocido por su sencillez, cuando fue obispo en Italia optó por vivir sin lujos y movilizarse en transporte público. Entre los principales desafíos que enfrenta se encuentran la crisis de vocaciones, los escándalos de abuso sexual, la necesidad de modernizar estructuras eclesiales y reconectar con los jóvenes.
También se espera que impulse reformas administrativas y mantenga un diálogo activo con otras religiones. Especialistas destacan su perfil reformista, pero advierten que necesitará formar alianzas internas para lograr cambios significativos. América Latina y África serán regiones clave en su pontificado, y se prevé que su primer viaje internacional ocurra en alguna zona de conflicto.
León XIV ha manifestado su intención de estar más cerca de los fieles a través de redes sociales y visitas pastorales, rompiendo con formalismos tradicionales. Su elección marca el inicio de una etapa de apertura, diálogo e inclusión, con el reto de modernizar la Iglesia sin fracturarla. Su liderazgo, aún en sus primeras horas, ya genera esperanza y expectativas dentro y fuera del Vaticano.