Francia se ha convertido en el primer país en el mundo en incorporar el derecho al aborto en su Constitución, tras una votación en el Parlamento que modificó la Carta Magna de 1958 para consagrar la «libertad garantizada» de las mujeres a abortar. El respaldo a esta medida es evidente, ya que alrededor del 85% de la población apoya la reforma, según las encuestas.
Previo a la votación, el primer ministro, Gabriel Attal, destacó que el derecho al aborto estaba en peligro y a merced de decisiones externas, justificando así los esfuerzos del gobierno para protegerlo. Sin embargo, el presidente Emmanuel Macron fue acusado de utilizar la Constitución con fines electorales debido a su respaldo a esta medida.
Aunque el derecho al aborto en Francia está consagrado por ley desde 1975, el reciente cambio constitucional se inspira en los acontecimientos en Estados Unidos, donde el Tribunal Supremo eliminó este derecho en 2022, dejándolo en manos de legislaciones estatales. Este hecho impulsó a Francia a reforzar legalmente este derecho.
A pesar de que algunos críticos consideran que la modificación es innecesaria, acusando a Macron de utilizarla con objetivos políticos, la decisión ha sido ampliamente celebrada en el país. La torre Eiffel proyectó la frase «Mi cuerpo, mi decisión» en apoyo a este histórico cambio.
La decisión francesa también ha recibido críticas, especialmente del Vaticano, que expresó su posición en contra, afirmando que no puede existir un «derecho» a quitar una vida humana. Esta postura refleja las preocupaciones previamente expresadas por los obispos católicos franceses.