En una decisión significativa, la justicia de Nueva York desestimó los cargos contra 30 manifestantes propalestinos que fueron detenidos durante la ocupación de un edificio en la Universidad de Columbia a finales de abril. Estos jóvenes habían sido arrestados el 30 de abril, cuando 46 personas se atrincheraron en el campus universitario en el marco de las protestas contra la guerra en Gaza. Durante el desalojo policial, los detenidos fueron acusados de allanamiento en tercer grado, un delito menor.
Ayer, los estudiantes comparecieron ante un tribunal de Nueva York, donde el fiscal Stephen Millan anunció que su oficina retiraba los cargos contra 30 de los manifestantes debido a la falta de pruebas. Previamente, la fiscalía ya había desestimado las acusaciones contra otro alumno que también participó en las manifestaciones. Con esta decisión, aún quedan 15 jóvenes pendientes de una resolución de su caso, para quienes la justicia neoyorquina ha fijado un plazo de seis meses para retirar los cargos, siempre y cuando no cometan ningún delito durante este período.
Tras la audiencia, los portavoces de los estudiantes acusaron al estado de intentar dividir al grupo, señalando que se retiraban las acusaciones a algunos mientras que a otros se les ofrecían acuerdos que seguían una «narrativa agitadora». Los estudiantes, acompañados por decenas de compañeros, muchos con el rostro y la cabeza cubiertos, prometieron continuar su lucha en favor de la causa palestina. «Nos negamos a abandonar a nuestros compañeros o respaldar tácitamente la definición estatal de protestas legítimas o ilegítimas», expresaron con firmeza.
En abril pasado, la Universidad de Columbia se convirtió en el epicentro de las manifestaciones proPalestina, que luego se propagaron a otros centros universitarios en Estados Unidos. Los manifestantes plantearon un desafío significativo a las autoridades universitarias, que intentaban equilibrar los derechos de libertad de expresión con las quejas de que las concentraciones habían derivado en actos de antisemitismo y odio. Los manifestantes exigían un alto al fuego y la ruptura de vínculos académicos con cualquier campus israelí.
El día del desalojo, cuando la policía ingresó al campus, los jóvenes se atrincheraron en un edificio, obligando a los agentes a utilizar una grúa para desocupar el inmueble. La decisión de desestimar los cargos contra la mayoría de los manifestantes marca un importante precedente en la lucha por los derechos de los estudiantes a protestar y expresar sus opiniones políticas,