Unos suspiran al ver que otros tienen paso libre; el argumento sanitario del Título 42 se aplica a discreción a la hora de dar entrada en Estados Unidos a ciertos solicitantes de asilo, como cubanos o nicaragüenses
AGENCIAS
EAGLE PASS, Tx.- Mientras se ponía el sol sobre el Río Bravo, unos 120 cubanos, colombianos y venezolanos que habían vadeado el río con el agua hasta la cadera subieron a vehículos de la Patrulla Fronteriza, poco antes de ser liberados en Estados Unidos para tramitar sus casos de inmigración.
Al otro lado de la frontera, en la localidad mexicana de Piedras Negras, familias hondureñas se mantenían juntas en una zona céntrica con veredas agrietadas, calles estrechas y poca gente, sin tener claro dónde pasar la noche porque el único refugio de la ciudad estaba lleno.
Esa suerte dispar refleja la doble naturaleza de la vigilancia de fronteras estadounidenses con una norma de pandemia conocida como Título 42, que toma su nombre de una ley de salud pública de 1944.
El presidente Joe Biden quería poner fin a esas normas, pero un juez federal en Luisiana emitió una orden nacional que las mantuvo intactas.
El gobierno de Estados Unidos ha hecho más de 1.9 millones de expulsiones amparándose en el Título 42, que niega la oportunidad de pedir asilo, contemplada por la ley estadounidense y tratados internacionales, con el objetivo de evitar contagios de COVID-19.
Pero el Título 42 no se aplica por igual a todas las nacionalidades.
Por ejemplo, México acepta recibir a los migrantes de Honduras, Guatemala, El Salvador y México.
Pero para otras nacionalidades, el alto costo, las malas relaciones diplomáticas y otras consideraciones hacen que sea difícil para Estados Unidos enviarlos de vuelta a sus países de origen según el Título 42.
En lugar de eso, normalmente se les libera en Estados Unidos para que pidan asilo o recurran a otras fórmulas legales.
PASAN DIRECTO
Los hondureños en Piedras Negras piden dinero a los cubanos que llegan a la estación de autobús, sabiendo que a los cubanos no les servirán los pesos porque pasan directamente al otro lado de la frontera.
Aunque México aceptó en abril recibir a algunos cubanos y nicaragüenses expulsados según el Título 42, la gran mayoría son liberados en Estados Unidos.
“Fue entrar y salir”, dijo Javier Fuentes, de 20 años, sobre su estancia de una noche en una casa arrendada en Piedras Negras.
El domingo por la mañana, él y otros dos hombres cubanos cruzaron el Río Bravo y caminaron por una carretera durante una hora hasta que encontraron un vehículo de la Patrulla Fronteriza en Eagle Pass, una población de Texas de unas 25,000 personas en la que los migrantes cruzan el río al borde de un campo de golf público.