A 20 años de que se desencadenara la mayor lucha antiterrorista, la amenaza de estos grupos extremistas sigue latente con una percepción continua de miedo global que demuestra que el mundo no volvió a ser el mismo desde el 11 de septiembre de 2001 y Occidente no recuperó la tranquilidad.
La perspectiva de seguridad en dos décadas no ha cambiado, pues grupos como Al Qaeda, Estado Islámico (ISIS, por sus siglas en inglés), Hezbolá y células yihadistas ligadas a éstos siguen en la memoria colectiva, pues no fueron derrocados y siguen generando miedo e inestabilidad, aseguraron a La Razón los académicos David Morales González y Carlos Octavio Cruz Valencia.
El primero de ellos detalló que a 20 años de distancia del atentado contra las Torres Gemelas en vez de generarse un ambiente de paz o de confianza se infundió más miedo con estratégicas bélicas contra naciones de Medio Oriente, en las que están asentados estos grupos, lo que provocó un escenario crítico social y el terrorismo sigue marcando la agenda multilateral para combatir todo tipo de amenaza.
“Aumentó el miedo y parece que el miedo llegó para quedarse en una situación cada vez más complicada”, expresó en torno a nuevas formas de generar temor en la población con el crecimiento de la tecnología, ejemplo de ello son el bioterrorismo y el hacktivismo, reforzados a través de Internet, redes sociales y teorías de conspiración.
Apuntó que la amenaza terrorista, que siguen siendo tan real como en 2001, pues se ha normalizado la constante seguridad y protección, pues en estas décadas tanto estadounidenses como otras poblaciones, principalmente en Europa occidental, se acostumbraron a sistemas más fuertes en la materia.

Consecuencias del 11-S
El paradigma se observa en todos los aeropuertos, en los que se reforzaron los filtros de seguridad, como elementos disruptivos en 2001, para evitar el ingreso de cualquier arma blanca u objeto que pueda convertirse en una herramienta para secuestrar un avión, tal como lo hicieron los llamados combatientes de Al Qaeda con al menos cuatro vuelos de United Airlines y American Airlines el 11-S, mismos que impactaron contra los emblemas del World Trade Center, el Pentágono y en una zona deshabitada en Pensilvania, hecho por el que ahora miles de viajeros se someten a diversas revisiones, al llegar con horas de anticipación, a consecuencias de estos actos violentos.
Toda esta evidencia manifiesta que la sociedad aún vive en vilo, pues cada alerta terrorista, que resulta de hechos similares o de menor escala del 11-S, y resurgimiento de estos grupos avivan los sentimientos de amenaza, lo que puede detonar el racismo, la xenofobia y el odio religioso contra grupos islámicos y musulmanes. Y que todo aquello que es diferente a ellos sigue siendo visto como un agente inseguro, como es el caso de la llegada de afganos a territorios occidentales, por temor de alguna infiltración durante las evacuaciones de Afganistán.
No obstante, admite preocupación por la normalización de la violencia, pues en Occidente y naciones que no han sido afectados por estos atentados ya se asume como un hecho casi cotidiano que haya cientos o miles de víctimas y esa manera de convivir globalmente.

Por separado, Cruz Valencia refirió que esta amenaza sigue siendo muy seria debido a todas las facciones de riesgo identificadas a nivel internacional, pues no hay garantía de control después de 20 años de invasiones, ya que la vigilancia en este territorio no detuvo con la salida de las tropas extranjeras, pues sigue la mira en la región y en zonas de riesgo.
Al respecto, el FBI enlista al menos seis grandes grupos extremistas violentos como una amenaza mundial: Al Qaeda, grupo que comandó Osama bin Laden, Estados Islámico, Hezbolá, Al Shabaab, Kahane Chai y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) —único con presencia en América Latina— responsables de atentados dentro y fuera de sus regiones, y que en este tiempo han fomentado sus ideologías en su mayoría religiosas radicales o de nacionalismo, principalmente contra Occidente, que los considera caldo de cultivo terrorista.
Para el doctor Morales González, de la Facultad de Estudios Superiores de Acatlán, Medio Oriente sigue viviendo un momento de convulsión por disturbios poco controlables dentro de ese entorno, pero con la ideología Talibán, que ha expresado su rechazo a estos grupos, provocaría una migración a otras regiones como África, en donde advirtió no se puede perder la atención.
Sin embargo, indicaron que no se puede olvidar el antecedente histórico del Talibán, pues éste ha sido “fomentador e incluso protector de grupos terroristas”, tal como sucedió con Al Qaeda, grupo al que le brindó apoyo después del 11-S y provocó que EU concentrara sus esfuerzos bélicos en Afganistán y, dos años después, en Irak.
En torno al retorno de bases terroristas, David Morales reiteró que “sigue latente la amenaza”, pero indicó que esto no ocurre sólo en Afganistán y países vecinos, como Pakistán —en donde también se han refugiado— sino en África, en donde células de Medio Oriente desestabilizan el entorno político, así como en naciones occidentales que le han declarado la guerra a estos movimientos extremistas, pero que tienen sus propios generadores de terror interno como en su caso fue ETA en España y ahora lo son los extremistas y supremacistas en Estados Unidos.
Y agregó que cada vez hay más radicalismos tanto religiosos como de derecha o izquierda, que hacen ver “que el mundo después del 11-S entra en un periodo largo caracterizando por ese choque de civilizaciones”.