En Kenia, la salud mental de los atletas ha cobrado protagonismo tras la reciente muerte de varios deportistas, lo que ha sacado a la luz las presiones y desafíos emocionales a los que están expuestos. Este país, famoso por sus corredores de largas distancias, enfrenta un problema creciente de dopaje y sus consecuencias, afectando gravemente la estabilidad emocional de los atletas suspendidos.
Desde 2017, más de 80 atletas kenianos han sido sancionados por dopaje, recibiendo suspensiones de varios años que, además de impactos económicos, les han dejado secuelas psicológicas profundas. El caso de Kipyegon Bett, un corredor que llegó a ganar una medalla de bronce en el Mundial de Londres 2017, ilustra esta situación. Suspendido en 2018 por dopaje, Bett cayó en depresión y desarrolló problemas de alcoholismo. Su vida terminó a los 26 años debido a complicaciones de salud ligadas a su consumo excesivo de alcohol.
A su muerte, se sumó la de Clement Kemboi, un atleta de carreras de obstáculos cuyo cuerpo fue encontrado en Iten, una zona de entrenamiento conocida en Kenia. Estos casos han generado indignación en el país y llevado a figuras como Julius Yego, medallista olímpico en lanzamiento de jabalina, a exigir más apoyo para los atletas que enfrentan suspensiones. Yego subrayó la falta de respaldo que muchos atletas suspendidos sienten, lo que los deja aislados y luchando en soledad con sus problemas emocionales.
El retiro de atletas debido a suspensiones, sumado a las difíciles condiciones de vida, ha convertido a algunos en blanco de violencia y robos, según Asbel Kiprop, excampeón olímpico y ahora policía, quien explicó que los ingresos de los atletas exitosos los vuelven vulnerables. La Federación Keniana de Atletismo ha reconocido la gravedad de los problemas de salud mental en estos atletas y considera que es urgente implementar programas de apoyo para proteger su bienestar emocional y físico en un ambiente tan demandante y desafiante.