El liberal Lee Jae-myung se perfila como el nuevo presidente de Corea del Sur, tras obtener el 51.7 % de los votos en los sondeos a boca de urna, según datos de las principales cadenas nacionales. Esta victoria ocurre seis meses después del colapso del gobierno conservador de Yoon Suk Yeol, quien decretó una breve pero polémica ley marcial en diciembre, provocando una crisis institucional.
De confirmarse los resultados, Lee asumirá de inmediato, sin transición, con plenas facultades como comandante en jefe. La participación alcanzó el 77.8 %, superando los registros de elecciones anteriores, lo que los analistas califican como un “referendo” contra el gobierno anterior. El momento clave de la carrera de Lee fue su transmisión en vivo corriendo hacia la Asamblea Nacional durante el intento de golpe, lo que lo convirtió en un símbolo de resistencia democrática.
A ello se sumó un intento de asesinato en 2024 que reforzó su imagen pública. Entre los principales desafíos que hereda están la desaceleración económica, la tensión con Corea del Norte, una bajísima tasa de natalidad y la polarización interna. Lee promete una “nueva equidad” económica, basada en inversión estatal en semiconductores, subsidios familiares y un impuesto progresivo.
Aunque el opositor Kim Moon-soo acusó a Lee de aspirar a una hegemonía legislativa peligrosa, la derrota del Partido del Poder Popular refleja el hartazgo social por la fallida ley marcial. El Departamento de Estado de EE. UU. y gobiernos como China y Japón ya reaccionaron a la noticia, destacando el fortalecimiento democrático del país. El conteo oficial continúa, pero todo apunta a que Lee Jae-myung será el noveno presidente surcoreano desde la democratización de 1987. Ante sus simpatizantes, Lee expresó: “Prometo gobernar para todos, incluso para quienes temen mi victoria”.