El primer indicio de una nueva y potencialmente temible amenaza llegó hace unos días. La última variante del coronavirus estaba en movimiento, se le dijo a la administración Biden.
Y, en poco tiempo, surgió evidencia de que la variante, que se denominaría ómicron, tenía mutaciones preocupantes, informó The Washington Post. Para el Día de Acción de Gracias, se estaban desarrollando frenéticas discusiones en Washington y en las capitales de todo el mundo sobre cómo contener la amenaza potencial.
Esas discusiones, que llevarían a restricciones de viaje y otras medidas, expusieron tensiones de larga data sobre Estados Unidos y otras naciones que parecen castigar al mundo en desarrollo y sobre las marcadas diferencias en los niveles de vacunación.
Las nuevas pruebas anti-Covid deben ser intensificadas para detectar apariciones del Ómicron. Este es el nivel de alerta más alto en el que hemos estado, por mucho, desde que diseñamos el lote inicial de vacunas el año pasado, dijo Stephen Hoge, Presidente de Moderna.
Las compañías farmacéuticas, cuyas vacunas parecían trazar un camino para salir de la pandemia, aceleraron el desarrollo de nuevas formulaciones dirigidas a la variante ómicron. “Este es el nivel de alerta más alto en el que hemos estado, por mucho”, desde que diseñamos el lote inicial de vacunas el año pasado, dijo Stephen Hoge, presidente de Moderna.
“Lo más aterrador de este virus es que ha logrado poner todos sus mayores éxitos en una variante –ómicron–, y luego ha agregado quizás 10 mutaciones de las que ni siquiera sabemos qué pensar todavía”.
El frenesí de la actividad se produce mientras el mundo espera saber hasta qué punto se ha extendido la nueva variante y si puede evadir las vacunas actuales, respuestas para las que probablemente falten semanas.
“Estamos haciendo todas estas cosas, que pueden parecer algo draconianas”, dijo Anthony Fauci, principal asesor de coronavirus del presidente Joe Biden, en una entrevista.