China respondió con contundencia a las nuevas medidas arancelarias impuestas por el presidente estadounidense Donald Trump, elevando sus propios gravámenes a productos de Estados Unidos al 84%. Esta reacción se dio luego de que Trump aumentara los aranceles a bienes chinos hasta superar el 100%, provocando una nueva escalada en la ya prolongada guerra comercial entre ambas potencias. En paralelo, Pekín anunció restricciones contra 18 empresas estadounidenses, en su mayoría vinculadas a sectores relacionados con la defensa, sumándolas a las aproximadamente 60 compañías ya sancionadas tras las decisiones anteriores de la Casa Blanca.
El Ministerio de Finanzas de China criticó fuertemente la estrategia de Washington, calificando las acciones de Trump como una “violación grave” del sistema de comercio multilateral y una afrenta a los derechos e intereses legítimos del país asiático. Esta declaración acompañó el anuncio de un aumento adicional del 50% en los aranceles chinos, que se sumará al 34% previamente anunciado y que entrará en vigor de forma inminente. China ha subrayado que no desea una guerra comercial, pero advirtió que está preparada para resistir una confrontación prolongada si Estados Unidos continúa con su política de presión económica.
En un intento por justificar su postura, China publicó un libro blanco en el que señala que el desequilibrio comercial con Estados Unidos no es intencional, sino consecuencia de factores estructurales y de la distribución internacional del trabajo. El informe también acusó a Washington de manipular el discurso internacional mediante narrativas falsas sobre temas como derechos humanos, Taiwán, Hong Kong y Xinjiang. Asimismo, destacó que, aunque buscará ampliar su presencia en mercados de Asia y Europa, ningún otro país representa una alternativa comparable al tamaño del mercado estadounidense, lo que complica las alternativas de compensación para China.
El superávit comercial chino con Estados Unidos ascendió a 295,400 millones de dólares en 2024, reflejando un incremento respecto al año anterior. Este dato evidencia que la brecha comercial sigue siendo amplia pese a los esfuerzos arancelarios de la administración Trump. Frente a esta situación, las autoridades chinas reiteraron que protegerán sus intereses con firmeza y que no cederán ante presiones externas, subrayando que, aunque no desean una confrontación, tampoco permitirán que su economía o su pueblo sean perjudicados sin respuesta.