Un estudio revela que la música de Bad Bunny activa neurotransmisores como la dopamina y la oxitocina.
Bad Bunny, uno de los artistas más influyentes de la música urbana, ha despertado el interés del Colegio de Químicos de Puerto Rico (CQPR), que decidió analizar su impacto desde la química cerebral.
Según un estudio reciente, sus canciones no solo hacen bailar, también activan neurotransmisores como la dopamina, serotonina y oxitocina, lo que genera sensaciones de placer, euforia y bienestar.
Esta investigación surge como antesala a su próxima residencia en el país titulada No Me Quiero Ir de Aquí, una serie de 30 conciertos programados entre el 11 de julio y el 14 de septiembre en el Coliseo de Puerto Rico, en San Juan.
El objetivo del CQPR fue entender no solo el espectáculo musical, sino cómo este tipo de eventos afectan al cerebro humano y al entorno.
El impacto bioquímico de la música de Bad Bunny Explorar lo que ocurre en el cuerpo cuando miles de personas se reúnen para ver a un artista como Bad Bunny ha revelado datos interesantes sobre las conexiones humanas.
A diferencia de otros análisis más centrados en la producción o el entretenimiento, este se enfocó en la química del cerebro, además de factores ambientales y de innovación energética.
La música, especialmente en entornos masivos como un concierto, tiene el poder de generar lazos emocionales profundos entre los asistentes, algo que la ciencia ya empieza a comprender mejor.
Uno de los aspectos clave del estudio fue el impacto ambiental que generan eventos culturales de gran escala. El CQPR destacó que estas actividades también producen toneladas de residuos sólidos, un incremento en las emisiones de carbono debido al transporte y una alta demanda de energía no renovable.
Frente a este panorama, la organización científica señaló la importancia de aplicar medidas sostenibles en la planificación de estos espectáculos.
El Colegio mostró su respaldo a iniciativas que contemplen el uso de energía solar, baterías de litio, reciclaje efectivo y movilidad sustentable, así como a las alianzas con organizaciones ecológicas locales.
El CQPR concluyó que fenómenos como el de Bad Bunny evidencian cómo la química está presente en todos los aspectos de la vida: desde el ritmo de la música hasta el funcionamiento del cuerpo humano y el uso de la energía.
