El accidente del vuelo 8432 de Azerbaijan Airlines en las costas del Mar Caspio, el pasado 25 de diciembre, ha conmocionado al mundo tras las acusaciones del gobierno azerbaiyano de que un misil ruso sería el responsable del siniestro. El avión, un Embraer E190, cubría la ruta Bakú-Grozny cuando fue impactado por un misil Pantsir-S, según Bakú, disparado en un intento ruso por neutralizar drones en la región de Chechenia. El incidente dejó 38 muertos y varios heridos.
La explosión del proyectil dañó el fuselaje y forzó a los pilotos a intentar un aterrizaje de emergencia. Azerbaiyán denuncia que Rusia denegó el acceso a aeropuertos cercanos, obligando a la tripulación a dirigirse a Kazajistán. Sin embargo, problemas en los sistemas GPS y el estado crítico del avión llevaron a que se estrellara en las afueras de Aktau, dejando una devastadora escena.
Aunque las autoridades chechenas admitieron actividad con drones, niegan relación con el accidente. Rusia no ha emitido una respuesta oficial, pero de confirmarse las acusaciones, sería la segunda vez en una década que un avión comercial es abatido por fuerzas rusas, tras el derribo del vuelo MH17 en 2014.
El presidente Ilham Aliyev ha ordenado una investigación exhaustiva y ha solicitado cooperación internacional. Las cajas negras del avión están siendo analizadas para esclarecer los hechos, mientras las relaciones diplomáticas entre Azerbaiyán y Rusia enfrentan un nuevo punto de tensión. Kazajistán ha ofrecido apoyo total a la investigación y expresó condolencias a las víctimas.