El precio de la tortilla de maíz, alimento básico en la dieta de millones de familias mexicanas, experimentará un incremento en la segunda semana de enero, según anunció Filadelfo Medellín Ayala, representante de la Unión de Tortillerías y Productores de Masa.
Este ajuste podría ser de entre uno y dos pesos por kilogramo, dependiendo de la región y los costos de producción específicos de cada establecimiento.
“Tendremos el aumento clásico por ahí de la segunda semana de enero, donde ya se está considerando aumentos a los salarios, unos que otros insumos como los repuestos de refacciones, papel, pero de entrada el aumento principal que es a la harina, que es nuestro principal producto no ha tenido incremento”, explicó Medellín Ayala, en referencia al impacto que tienen las alzas de la harina nixtamalizada o el maíz, insumos clave para el sector.
El dirigente destacó que, aunque algunos productores que emplean procesos tradicionales no han reportado incrementos en el costo del maíz hasta el momento, la mayoría del gremio se ve afectado por las alzas en materias primas, refacciones y otros elementos necesarios para la producción y distribución.
Este aumento en el precio de la tortilla coincide con otros ajustes económicos típicos de inicio de año, como el incremento al salario mínimo y el reajuste de precios en distintos sectores.
Estos factores, señala Medellín Ayala, afectan directamente a los costos operativos de las tortillerías, obligándolas a trasladar parte del impacto al consumidor.
En los últimos años, el sector tortillero ha enfrentado una escalada constante en el costo de insumos como el gas, la electricidad y la harina nixtamalizada.
“Es una situación complicada, porque al final de cuentas es un producto de consumo diario para muchas familias. Intentamos mantener los precios, pero hay factores que no están en nuestras manos”, añadió el representante.
Los consumidores podrían observar variaciones en el precio dependiendo de la ubicación geográfica y el modelo de producción utilizado por las tortillerías.
En zonas rurales, donde aún se utiliza el nixtamal tradicional, los costos suelen ser más estables, pero en áreas urbanas los ajustes son más frecuentes debido a la dependencia de insumos industriales.