Adrien Brody se llevó el Oscar a Mejor Actor por su interpretación en The Brutalist, 22 años después de haber ganado su primera estatuilla por El Pianista en 2003. Con este triunfo, el actor reafirma su lugar como una de las figuras más destacadas de su generación.
La película, dirigida por Brady Corbet, sigue la vida de László Tóth, un arquitecto húngaro y sobreviviente del Holocausto que emigra a Estados Unidos en busca del sueño americano. A lo largo de tres décadas, la historia muestra su ascenso en el mundo de la arquitectura, mientras enfrenta desafíos tanto personales como profesionales debido a sus ambiciones artísticas.
Para dar vida a su personaje, Brody se sometió a una intensa preparación, incluyendo el estudio del estilo arquitectónico brutalista y la historia de la posguerra. Un aspecto innovador de su interpretación fue el uso de inteligencia artificial para perfeccionar su acento húngaro, lo que desató debates sobre la autenticidad y la tecnología en la actuación.
La actuación de Brody ha sido ampliamente elogiada y, además del Oscar, ya le había valido el Globo de Oro y el BAFTA en la misma categoría. Con este premio, el actor consolida su legado en la industria cinematográfica y demuestra su capacidad para asumir roles complejos y desafiantes.