El gobierno de Canadá sorprendió este domingo al anunciar la eliminación del polémico impuesto digital que afectaba directamente a gigantes tecnológicos estadounidenses como Google, Apple y Amazon. La medida, que debía comenzar a aplicarse formalmente este lunes con carácter retroactivo, suponía un cobro estimado de 2,700 millones de dólares para las compañías del sector. Sin embargo, una conversación telefónica de último minuto entre el primer ministro Mark Carney y el presidente Donald Trump fue clave para desactivar la tensión y abrir nuevamente la vía de las negociaciones bilaterales.
Desde el año pasado, Ottawa había mantenido vigente este impuesto del 3 % sobre los servicios digitales, argumentando la necesidad de regular los ingresos multimillonarios que las grandes plataformas obtienen en territorio canadiense sin contribuir proporcionalmente. No obstante, la presión de la Casa Blanca fue determinante: Trump calificó el gravamen como un “ataque descarado” y amenazó con responder con nuevos aranceles, además de congelar cualquier diálogo económico.
Con la marcha atrás del impuesto, el ministro de Finanzas canadiense, François-Philippe Champagne, mantuvo contacto inmediato con Jamieson Greer, representante de Comercio de Estados Unidos, para retomar la mesa de diálogo. El objetivo es alcanzar un acuerdo comercial integral antes del 21 de julio que redefina la cooperación económica entre ambos países y garantice estabilidad para trabajadores y empresas.
La eliminación del impuesto debe ser ratificada por el Parlamento de Canadá, pero no se prevén obstáculos legislativos dada la urgencia y el respaldo político que tiene esta decisión. Para Canadá, el momento es crucial, pues su economía depende en gran parte de sus exportaciones hacia Estados Unidos, su principal socio comercial. Actualmente, los productos canadienses enfrentan aranceles del 25 % y del 50 % en exportaciones de acero y aluminio, lo que complica la competitividad de diversos sectores clave.
Mark Carney subrayó que el retiro del impuesto es parte de una estrategia más amplia para descomprimir la relación bilateral y encaminar un nuevo capítulo económico que refuerce la posición canadiense en un escenario global marcado por el proteccionismo y tensiones geopolíticas crecientes.