La fastuosa boda de Jeff Bezos y Lauren Sánchez ha generado un profundo debate en Venecia. El fundador de Amazon y la expresentadora se dieron el “sí” en una ceremonia celebrada en la isla de San Giorgio Maggiore, rodeados de un selecto grupo de celebridades como Kim Kardashian, Leonardo DiCaprio, Ivanka Trump y Oprah Winfrey. El evento, considerado una de las celebraciones más costosas que se han realizado en la ciudad de los canales, está valuado en al menos 50 millones de dólares, sumando fiestas, hospedajes y toda la infraestructura que acompañó la semana de festejos.
Las autoridades locales no dudaron en destacar los beneficios económicos, estimando que la visibilidad mediática podría traducirse en un impacto de hasta mil millones de dólares para la ciudad, mientras que los gastos directos de la pareja superaron los 33 millones. Incluso se anunció una donación de tres millones de euros de Bezos a proyectos de preservación de la laguna y apoyo a la Universidad Internacional de Venecia y la UNESCO. Sin embargo, la celebración también encendió la inconformidad de parte de los habitantes y colectivos sociales que consideran que este tipo de festejos intensifican la turistificación que erosiona la esencia veneciana.
Bajo el lema “No hay espacio para Bezos”, activistas y ciudadanos expresaron su molestia por los cierres de canales, los controles de acceso y la interrupción de la vida cotidiana de la ciudad. A esto se suma la crítica medioambiental: Greenpeace y otros grupos ecologistas denunciaron el impacto de una celebración que desplazó superyates y jets privados mientras Venecia enfrenta los efectos de la crisis climática y el aumento del turismo masivo.
La ceremonia, que incluyó una serenata del tenor Matteo Bocelli y una pasarela de 27 vestidos lucidos por Sánchez, transformó a Venecia en un “pequeño Montecarlo” para algunos comerciantes, quienes defienden la derrama económica. Para otros, en cambio, la boda simboliza la mercantilización de una ciudad que ya lucha contra el éxodo de residentes y la saturación de visitantes. Mientras unos ven en Bezos una oportunidad de inversión y promoción, otros insisten en que Venecia “no está en venta” y exigen medidas para equilibrar la economía local con la protección de su frágil entorno y cultura.