POR JOSÉ INÉS FIGUEROA VITELA
Cuando una madre pierde a un hijo, queda marcada por siempre; cuando además la pérdida es de manera violenta y/o se da en medio de la desaparición forzada, el drama se multiplica exponencialmente y no encuentra satisfacción jamás.
Vale esa expresión para entender que una sola persona desaparecida representa un problema mayúsculo para los ivnividuos, las familias y las instituciones. ¿cuántos de esos problemas se han ido acumulado al paso del tiempo y radicación de la violencia? Hace mucho se perdió la cuenta.
En esa página negra, de arrebato y violencia, que vivíó nuestro Estado entre el 2010 y el 2014, las desapariciones forzadas se hicieron cotidianas y numerosas por todos los rumbos del territorio.
Los más de los desaparecidos, cayeron en garras de la delincuencia organizada, pero también hubo un momento en que las fuerzas armadas realizaron campañas de exterminio, de campamentos de delincuentes, que se volvieron incontrolables.
Tamaulipas ocupó los primeros lugares en número de desapariciones reconocidas por el Estado.
Recuerdo haber participado en una marcha encabezada por la jerarquía clesiástica, en la que los deudos llevaron sus propios números que no fueron enlístalos y superaban las cifras oficiales.
Ese nada presumible liderazgo en desapariciones de personas de Tamaulipas se mantuvo hasta el sexenio pasado encabezado por el panista FRANCISCO JAVIER “N”, procesado hasta ahora por muchos delitos, pero aun sin explorar sus responsabilidades directas e indirectas en desaparición de personas.
En aquellos años de la barbarie, precisamente en el 2011 se alcanzó la cifra récord de desapariciones registradas, con mil 303 casos, iniciando un descenso con altibajos hasta los cierres del sexenio, en 2011 que bajó a 400; el inicio del sexenio de CABEZA DE VACA marcó un repunte en el 2016 que se acercó a los mil casos y en el 2 mil 17, otro pico alcanzó los mil 200 casos.
El resto de las cifras oficiales se desdibujaron, en cuanto se conoció la estrategia de ocultamiento de casos por el gobierno panista, con todo y lo que siguió encabezando las cifras nacionales.
Al cierre de su sexenio, en 2021, Tamaulipas regresó al piso de los 400 reportados, lo que resultó increíble, cuando se cayó en la cuenta que grupos enteros de obreros y artesanos, cuyas familias se manifestaron en casa de gobierno en Ciudad Victoria, habían sido desaparecidos en los últimos meses del gobierno cabecista sin que se reconociera por la autoridad local.
Las fosas clandestinas -4 mil 92 reportadas en 2019-; los cementerios del hampa -con centenares de restos de cuerpos en Matamoros-; los campos de exterminio en San Fernando y El Mante: los autobuses de transporte foráneo desaparecidos con decenas de pasajeros en la zona de Xicoténcatl, son solo algunas de las escenas de terror que presenciamos.
¿Estamos mejor, igual, o peor? En principio, queda claro que todos esos desaparecidos en algún lugar están sus restos; algunos hallazgos se han hecho para la inmensa mayoría sigue sin saberse de su destino.
Ya lo dije, un solo caso es un drama interminable para su entorno cercano y se vuelve común a la generalidad y merece todo el esfuerzo y atención social e institucional.
Lo que no se vale es que, quienes fueron protagonistas del desbordamiento de tales expresiones del delito, ahora se anden rasgando las vestiduras, lanzando acusaciones y echado culpas, de lo que ellos fueron y siguen siendo totalmente responsables.
Personalmente, lo he reseñado en su momento y en otras referencias, he visto cómo los grupos y muchos de los individuos que antes se perdían y no se volvía a saber de ellos, a partir de este sexenio han sido recuperados y sancionados los responsables.
Más allá de los números oficiales y extraoficiales, en la percepción ciudadana estamos ciertos que esto ha cambiado, para bien, sin detrimento de los hechos que puedan seguirse dando y ameriten acciones de todo tipo, en la conciencia de que siempre ha existido y de lo que se trata es de acotar al máximo posible.
Y que por sobre los hechos, persiste una manifiesta campaña de notas falsas, alentadas por los alentadores del terror del pasado reciente, del abuso y el saqueo, quienes no encuentran el camino de regreso al poder público para seguir lastimando y robando a la sociedad. Por sus hechos los conocemos y en el lugar que merecen los tenemos.