El primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, compareció como testigo en su juicio por corrupción, defendiendo su inocencia y calificando las acusaciones como una persecución política debido a sus políticas de seguridad. Este es el primer caso de un primer ministro israelí en ejercicio enfrentando un juicio de esta magnitud. Netanyahu, de 75 años, alterna entre sus obligaciones como líder en una guerra en Gaza y su defensa legal.
El mandatario, líder del partido Likud, criticó a los medios israelíes por tener una postura izquierdista, señalando que lo han acosado por años debido a su oposición a la creación de un Estado palestino. Los fiscales lo acusan de otorgar beneficios regulatorios valorados en aproximadamente 500 millones de dólares a la empresa Bezeq Telecom a cambio de cobertura favorable en el portal Walla! y de negociar legislación para influir en la competencia entre periódicos. Netanyahu niega los cargos y asegura que son parte de una “caza de brujas”.
El juicio, que se celebra en Tel Aviv por motivos de seguridad, ha reavivado las divisiones políticas en Israel, exacerbadas por la guerra en Gaza y los recientes enfrentamientos entre el gobierno y el poder judicial. Netanyahu, cuya figura polariza al país, enfrenta también órdenes internacionales por presuntos crímenes de guerra relacionados con el conflicto en Gaza, lo que añade más presión a su situación política y judicial.