El conflicto en el Medio Oriente escaló de manera alarmante cuando Irán lanzó 200 misiles balísticos hacia Israel, en respuesta a la reciente incursión del ejército israelí en Líbano. Las alarmas sonaron en todo el país, y se escucharon explosiones en Jerusalén, mientras los ciudadanos buscaban refugio en antiaéreos.
Las Fuerzas de Defensa de Israel activaron su sistema de defensa aérea, interceptando la mayoría de los proyectiles, aunque algunos lograron impactar en territorio israelí, causando daños que están siendo evaluados. El gobierno de Netanyahu no tardó en prometer una respuesta, describiendo el ataque como una declaración de guerra.
Analistas temen que este evento marque el inicio de un conflicto regional más amplio, dado que los misiles utilizados por Irán, como el Fattah, tienen un alcance significativo. A pesar de la falta de víctimas en esta ocasión, la naturaleza del ataque podría provocar una escalada de la violencia. La situación se complica aún más con el continuo ataque de Israel contra objetivos de Hezbolá en el Líbano, que ha resultado en millas de muertes desde el inicio de la guerra.
Mientras tanto, el tráfico aéreo en el aeropuerto Ben Gurion de Tel Aviv se interrumpió, subrayando la gravedad del conflicto. En medio de estos acontecimientos, un ataque en Tel Aviv dejó seis muertos, lo que añade una nueva capa de tensión a la ya volátil situación en la región. Las acciones de Irán y la respuesta israelí podrían tener repercusiones de gran alcance, aumentando el temor.