JOSÉ INÉS FIGUEROA VITELA
En Tamaulipas, ahora la historia se escribe con letra distinta. No la de los viejos expedientes del poder donde las togas se manchaban al ritmo del compadrazgo, ni la de las sentencias dictadas desde el teléfono del patrón político, económico y/o delincuencial en turno.
No, hoy, la justicia empieza a hablar con voz de pueblo… y eso, guste o incomode a unos o a otros, ya no tiene reversa. Este martes, se reunieron los tres Poderes del Estado, donde el Congreso local en pleno, fue foro de un hecho que, aunque solemne, tuvo más de maremagnum que de ceremonia.
La toma de protesta del nuevo Poder Judicial electo por la ciudadanía es un hito que marcará presente y futuro sin demoras. TANIA CONTRERAS y los suyos, aguantaron ventiscas, tormentas y mareas,animadas desde el oscuro pasado, renuente a someterse con el pesos de sus excesos, oblligando al imperio de la razón, por aspiración y mandato ciudadano.
El pueblo se volcó, entre seres queridos, líderes de opinión, políticos, servidores públicos, gentes de empresa y medios, con invitados especiales que vinieron de lejos, Congresistas y diplomáticos gringos, que quisieron atestiguar el inicio de una nueva era en la justicia tamaulipeca.
Era el tácito arranque de la gestión de Juezas y jueces, magistradas y magistrados, ya no designados en la penumbra de acuerdos de élite, concesiones parcelarias, o vendimias inconfesables, sino por la voluntad directa del pueblo.
Algo que no se había visto nunca. La escena: con el inminente Poder Judicial de un lado, el gobernador AMÉRICO VILLARREAL ANAYA en otro y del otro más, los representantes del Congreso, encabezados por el diputado HUMBERTO PRIETO HERRERA, cuyo discurso más que frases de cajón, trazó el mapa de una transformación que apenas comienza, pero que ya se siente a ras del suelo.
No se trató sólo de cambiar nombres o mover piezas. Fue un rediseño institucional escarbando hasta las raíces de un sistema que, no hace tanto, parecía más que podrido; llanamente, hubo un tiempo en que la justicia en Tamaulipas se vendía, se negociaba, se callaba y se usaba para despojar y someter a los más débiles.
Se inclinaba ante los poderosos y daba la espalda a los desposeídos. Era justicia de unos pocos… para unos pocos, coincidió en su momento el Gobernador AMÉRICO, con los flamantes juzgadores en pleno, a quienes felicitó y animó a estar a la altura de las muchas expectativas creadas.
Los tiempos cambian y en esta tierra, acostumbrada a resistir desde abajo, algo se movió. Lo que antes era un poder ajeno, cada vez se parece más a su gente.
Por eso el nuevo modelo judicial parte de tres principios simples pero revolucionarios: mérito, ética y cercanía. Y eso incomoda, claro, porque quien vivió del privilegio le teme al piso parejo y más quienes han ido con su carga de delitos a cuestas, comprando voluntades transicionales.
La elección judicial fue un parteaguas, inspiración de la Presidenta CLAUDIA SHEINBAUM, e interpretada y ejecutada a cabalidad en Tamaulipas, con el concurso de los tres Poderes, con el Ejecutivo haciendo punta.
Se sometieron los perfiles de aspirantes a evaluación pública, hubo comités de vigilancia con integrantes de los tres poderes, y por primera vez se permitió que la ciudadanía conociera, analizara y decidiera, repasó el líder camaral. ¿Perfecto? Tal vez no. ¿Inédito y profundamente significativo? Sin duda. A quienes levantan la ceja y preguntan “¿y si no funciona?”, hay que decirles algo básico: ya funcionó, dijo en sus planteamientos PRIETO.
Funcionó cuando se abrieron ventanas donde antes había muros. Funcionó cuando el ciudadano tuvo voz en la integración de su justicia. Funcionó porque lo que antes era impensable, hoy es un hecho. Y lo que sigue es igual de complejo.
Porque la reforma judicial no se agota en una elección, ni en un acto protocolario -como bien lo dijo el Presidente de los legisladores-: esto apenas empieza.
El verdadero reto será sostener esta nueva independencia con marcos legales claros, presupuestos responsables y una vigilancia ciudadana permanente. Que los jueces, ahora electos, recuerden que no fueron elegidos para complacer, sino para servir.
La reforma judicial es, en el fondo, una apuesta por la dignidad. Porque la ley no puede seguir siendo una barrera que protege a unos cuantos; debe ser el puente que garantiza a todos el mismo trato y en ese camino, toca a los tres poderes caminar juntos, sin invadir competencias, pero sí compartiendo destino.
El legislativo acató y compartió en coincidencias con los otros dos Poderes del Estado. Tamaulipas empieza a demostrar que sí es posible que la justicia tenga rostro humano; que no todo está perdido;. Que incluso en un país tan golpeado por la impunidad de un viejo sistema en transición, hay momentos —como el de ayer— que valen la pena recordar y multiplicar